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Durante esa tarde nos dedicamos a leer libros de autores franceses que encontramos en la sala de lectura. Timothée volvió a contarme sobre sus viajes, llegando a la conclusión que le envidiaba tanto, estaba celosa de saber que había personas que tenían libertad. Y mi corazón deseaba poder viajar, conocer, descubrir y tener tantas experiencias como él.

En ese momento tomábamos té y comíamos los scones que Luisa horneó. Eran su especialidad.

—Timothée, ¿qué extraña más, Francia o Estados Unidos?—le pregunté cuando él había finalizado de su relato.

—Sin dudas Estados Unidos, es mi casa, donde crecí—explicó tomando otro sorbo de su taza, vestía una camisa blanca, y pantalones grises. Estaba simple, aunque a mis ojos lucía maravilloso—. Aunque debo confesarle que a quien más extraño es a mi madre.

Sonreí ante su comentario.

—Ojalá algún día pueda conocerla, suena como una mujer increíble—confesé, era un simple comentario y sabía que era importante conocer a la familia de otra persona, sin embargo todo salía de mi boca sin filtro.

—Lo es, y la conocerá, seguro algún día vendrá de visita. Ya sabe que mi padre aprecia mucho a Charles—asentí.

Esperaba que eso sucediera, quería saber más sobre su pasado, su familia, sus raíces, que pensaba y que sentía. Sin embargo todo me sobrepasaba, como si quisiera saber y hacer tantas cosas que me quedaba en nada.

—Si mi madre le hubiese conocido estoy segura de que le hubiese caído bien, ¿sabe? —comenté.

— ¿En serio?

—Sí, mi madre le admiraría por ser capaz de negarse a su matrimonio. Mi padre no fue capaz, y a pesar de que mi madre lo intentó, no pudo detener su boda—suspiré, odiaba haber crecido con una falsa historia de amor.

—No sabía eso, pero de todas maneras a veces es imposible negarse. Lo que hice fue porque supe que tenía la posibilidad, que las dos familias estarían bien a pesar de que me negase, ¿entiende a lo que me refiero? —y si lo hacía. Hablaba que económicamente podía permitírselo.

—Sí, lo sé. Mi padre no tenía donde caerse muerto—reí amargamente ante su recuerdo—. Mejor no hablemos más sobre ellos, siga contándome acerca de Paris y Nueva York.

—Le contaré algo que nadie sabe de mí, y usted hará lo mismo, ¿le parece? —su entusiasmo era notable en su cara.

—Sí, me parece más que justo, pero usted empieza.

—Está bien, ¿lista? —preguntó, y asentí frenéticamente—. Soy actor.

Mis cejas se elevaron.

— ¿Actor? ¿Cómo es eso?

—Actor de los obras que le conté de Nueva York, son pequeños papeles en pequeños teatros. Mi padre me mataría si se entera, y nunca fui lo suficientemente valiente para contárselo a alguien—hizo una mueca.

—Eso es increíble Timothée, me encantaría verlo actuar alguna vez—le sonreí, me sentía especial por el hecho de que haya confiado algo así—. Nunca he visto ninguna obra de teatro, ¿sabe?

—Pues no sabe de lo que se pierde, iremos a ver una en cuanto podamos—aseguró expandiendo su sonrisa, aquel rostro pálido provocaba tantos suspiros en mí.

— ¿Y cómo hacía para que sus padres no se enterasen?

—Les mentía, no es algo de lo que este orgulloso pero no me atrevía ni siquiera contárselo a mi madre. Cada vez que lo intentaba sentía que moriría, mi corazón parecía salirse de mi pecho en todas las ocasiones—explicó avergonzado.

𝐄𝐋 𝐇𝐔𝐄𝐒𝐏𝐄𝐃 || timothée chalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora