Capítulo III: Rompiendo Las Reglas, No Te Dejaré Morir

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Las piernas de Hinata se movieron por sí solas haciéndola correr hacia él para luego arrodillarse a su lado. Sus pequeñas y temblorosas manos se lanzaron en un ataque suicida hacia el cuerpo del chico.

-¡Itachi-san! ¡Itachi-san!- Llamó preocupada y al momento siguiente se asustó al ver que esta vez el muchacho sí se encontraba inconsciente. Le colocó sus dedos en el cuello para tomarle el pulso y notó que este era muy débil.

Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie estuviese mirando mientras pensaba qué hacer. No podía dejarlo allí desangrándose bajo la lluvia. Tenía que atenderlo lo más rápido posible o moriría.

Se colocó de pie y tiró cuidadosamente de él sujetándolo por debajo de los brazos. Ignorando en la acción las punzadas que le producía la herida de su mano.

Tiraba con tanta fuerza como podía para poder moverlo ya que él era por lo mucho más alto y pesado, a la vez que se aseguraba de caminar con cuidado para no pisar los trozos de vidrio que había en el suelo.

En un momento terminó resbalando y cayendo sentada al suelo rebozado de agua debido a la misma fuerza que hacía, la baldosa estaba resbalosa y el que ella estuviera descalza no ayudaba.

Aun así no se rindió. Se levantó del suelo jadeando por el cansancio y nuevamente comenzó a moverlo hasta que finalmente pudo meterlo nuevamente dentro de la habitación.

Cerró las puertas para que la brisa no interfiriera y corrió hacia el baño por su maletín con todos los utensilios de primeros auxilios que usaba en sus prácticas y el teléfono.

Se quitó el albornoz empapado por el agua de la lluvia y se colocó el camisón que había dejado sobre la cama junto con las bragas del mismo color y se recogió el cabello en una cola de caballo para que no le estorbara.

Todo con prisa.

En el proceso notó que las vendas de su mano ahora caladas por el agua de la lluvia estaban rojas por la sangre que brotaba de su herida pero no le dio importancia, no tenía tiempo para ello, lo más importante era atender al chico.

Sacó del botiquín una mascarilla para cubrirse la boca junto con unos guantes de látex y tras colocarse todo procedió con rapidez a quitarle toda la ropa que estorbaba con ayuda de unas tijeras hasta dejar a la vista no solo su torso perfectamente trabajado, sino también un agujero claramente hecho por el impacto de un arma de fuego. Sangraba profusamente conforme este respiraba.

Encendió la linterna de su teléfono y acto seguido colocó al chico en posición lateral de seguridad (de lado) y comenzó a limpiar toda la sangre esparcida en su torso.

Pese a que Itachi estaba usando el chaleco antibalas la persona que le disparó logró hacerlo por el costado, la única área la cual el chaleco no podía proteger ya que es allí donde se amarra con el cierre mágico, dejando aberturas que la hacen una zona vulnerable.

Las manos de Hinata temblaban debido a los nervios. Las heridas de balas en el abdomen eran las más difíciles de tratar debido a que era una zona en donde se encontraba la mayor parte de los órganos vitales. Se requería de material específico para atenderlas y las condiciones en las cuales se encontraba no eran las más apropiadas.

En su habitación no podía hacer mucho ya que no contaba con todos los implementos necesarios para una correcta intervención quirúrgica, eso incluía utensilios para transfusiones de sangre la cual necesitaba para reponer la que había perdido. No podía simplemente transferirle de la suya sin tener la certeza de que fuese compatible.

No obstante intentaría hacer lo mejor que podía para extraerle la bala y salvarlo.

Cerró los ojos e inhaló y exhaló un par de veces para calmarse. Tenía que actuar rápido pero sin entrar en pánico. Ahora mismo el tiempo jugaba en su contra.

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