-¿Qué quieres de mí?
-Quiero que tus malditos labios se posen sobre mis malditos labios, y que nuestras malditas bocas encajen como un maldito rompecabezas.
-¿Qué se supone qué...?
-Bésame. ¿O es que acaso un nerd como tú o entiende el vocabulario d...
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«Si tenerla lejos es doloroso, tenerla cerca es peor.» —Daniel
―Mierda ―mascullé cerrando de un portazo la puerta de mi casillero.
―¿Daniel? ―escuché que alguien susurró a mi lado.
Arrugué el trozo de papel entre mis dedos y giré mi cabeza hacia la voz. Una sonrisa tímida me recibió en el rostro de Dahyun a pesar de tener sus cejas fruncidas.
―Hola. Yo... yo... ―tartamudeó un buen rato y seguidamente se encogió de hombros―. ¿Estás bien? ―preguntó al final, torciendo sus labios en gesto preocupado.
―Sí ―mentí apretando los puños.
Por unos segundos, Dahyun retorció un mechón de cabello entre sus dedos, como si quisiera decir algo más, y entonces abrió la boca.
―Entonces nos vemos mañana, adiós ―saludó no muy segura, largándose por el pasillo tan rápido que apenas tuve tiempo para pensar en su corta conversación.
Cuando vi su cuerpo alejándose y el cabello rojo balanceándose por su espalda, me insulté a mí mismo. Dahyun no tenía la culpa de que mi humor estuviera por el piso, mucho menos que yo estuviese enamorado de JiHyo. Al pensar en su nombre, vino a mi cabeza la nota que había encontrado en mi casillero segundos antes.
«Creí que diciéndote sabelotodo me odiarías, pero al parecer sigues enamorado de mí. Pobre de ti, iluso niño llorón.»
Caminé por el mismo corredor por donde se había ido Dahyun, y antes de salir al patio, arrojé el papel que tenía en mi mano a un cesto de basura. Y mientras buscaba con la mirada a la pelirroja y diminuta chica que había querido entablar conversación conmigo y yo había ignorado debido a mi estúpido enojo, me juré olvidar a JiHyo.
Olvidar sus ojos avellana, su sonrisa amplia y también los lunares que descendían desde su mejilla izquierda hasta su hombro. Suspiré consternado.
Dos días han pasado desde que solté el último suspiro por JiHyo. Y déjenme decirlo, es todo un récord de mi parte, además de un total y completo sacrificio. Es difícil no mirarla... sobre todo cuando me lo he prohibido yo mismo.
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―Aquí, Daniel ―me llamó Dahyun agitando su mano encima de la cabeza desde el otro extremo de la cafetería.
¿Qué puedo decir? La pelirroja es una de las causas por las que he soportado tanto tiempo sin mirar hacia Ji. Dahyun es mi nueva «amiga», si es que se le puede llamar así a una chica que apenas conozco y que se sienta desde hace dos días junto a mí en la cafetería.
Le sonreí al ver sus pecas, y caminé hasta estar a su lado.
―Hola, roja ―dije dejando mi bandeja con la especialidad del día sobre la mesa.