Corona... o Frost.

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Anna.

Planeo matar a ese Frost. Es un idiota. Cuando nos dejó y se llevó la corona no pasó mucho antes de que los guardias del reino nos atraparan. Obviamente, tenían razones de sobra para creer que nosotros sabíamos donde iría a parar Jack, aunque, incluso a nosotros nos tomó por sorpresa su actuación. Chico confiable, pff, Jack Frost puede ser muchas cosas, pero no es confiable.

Félix y yo nos habíamos quedado frente a ese gran muro cuando Jack había desparecido de nuestro campo visual. Los renos que solían usarse para transportar a los guardias durante el invierno, estaban más cerca de lo que me hubiera gustado mencionar. Planear un escape no era tarea sencilla y menos cuando algún tipo de muro te lo impedía.

-Anna, yo te subo, como a Frost. Corre.

-¿Qué? No. Félix, yo no soy Jack.

-Anna... tu sólo...

Antes de que pudiera acabar la frase, tres hombres aparecieron, rodeandonos.

-Supongo que ya no importa...-, susurre a Félix y el me lanzó una mirada furiosa.

Los guardias empezaron a acercarse, tenían ballestas y algunos espadas. Mucho más de lo que teníamos nosotros, nada. Nos ordenaron alzar las manos, cosa que hicimos sin protestar. Nos pusieron unas cadenas en las muñecas, esposas. Un nombre curioso pero no iba a preguntar. Uno de los guardias, de cabello negro brillante acarició suavemente una de mis trenzas que caían por mis hombros. Me alejé inmediatamente.

-Bien. Vemos que Frost no está con ustedes.- dijo el mismo hombre que ahora estaba parado frente a nosotros.

-Que observador.- dije sarcástica. Félix me dio un codazo en las costillas- Es decir, si, Jack se fue.

-Dame la corona.

-¿Cree que Jack Frost se habría ido sin ella? No, Jack Frost se la llevo.- contestó Félix, haciendo que su voz sonara completamente despreocupada.

-¿Dónde?- preguntó el hombre.

-¿Dónde está Jack? No sé. - respondí.

-Hablen. Son considerados cómplices del robo.

-Uy, claro. Lo ayudamos a robarla pero dejamos que ustedes nos atraparan. Muy lógico.

El hombre no mostró ninguna sorpresa tras el comentario de Félix. Yo, por otro lado, no creía que pudiera adoptar esa clase de tono en una situación como la nuestra. Dos hombres de repente aparecieron tras de nosotros con tal rapidez que no los vi. Pusieron una lanza en nuestra espalda y nos hicieron seguir el camino. En mejores condiciones, habría disfrutado de la vista del bosque. La nieve cubriendo cada centímetro del césped, un viento frío soplando y lagos congelados que hacían brillar su superficie cuando la débil luz del sol tocaba su punto. Las gruesas capas de nieve que reposaban en los árboles amenazando con caer en caso de hacer un movimiento erróneo, la simple idea de unos guardias con la nieve hasta el pecho me hizo sonreír, pero el guardia que parecía tener a los demás sometidos con su control me lanzó una mirada enojada y la sonrisa desapareció de mis labios con la misma rapidez en que había llegado.

Ibamos observando cada pequeño detalle, lo que resultaba abrumador cuando había tanto blanco a tu alrededor. Empezaba a marearme. Félix caminaba a mi lado con la mirada en el suelo. Una expresión que lo hacía parecer un pensador, aunque no era una idea incorrecta. Félix miraba concentrado el suelo cuando planeaba algo. Esperaba que sus planes nos sacaran las esposas de las muñecas y nos alejaran de estos idiotas con lanzas.

Cuando levanté la mirada, alejandola de mi compañero, una mancha apareció en el fondo. Una mancha que los guardias también debieron percibir ya que alistaron sus armas, sin dejar de vigilarnos. Mientras se acercaba pude determinar que no era una mancha. Era un hombre. Cabello castaño oscuro, ojos grandes y oscuros también, una camisa azul (¿no tendrá frío?) y un pantalón largo. Llegó corriendo hasta nosotros con algo en las manos, y se detuvo cuando estuvo frente al guardia, jadeando.

-Señores, tenemos a Jack Frost.- dijo mostrando uno de los carteles que habíamos visto con Jack

Los ojos del guardia se abrieron de par en par y una sonr sa macabra iluminó su rostro. Me giré a ver a Félix que ahora miraba al recién llegado con curiosidad, y cuando vio que lo miraba, me sonrió en plan "acabaremos a Jack Frost, pronto". Le sonreí de vuelta cuando la imagen apareció en mi cabeza.

-Llevenos.

Fue lo único que dijo el guardia, pero fue lo único que necesitó el hombre para emprender el camino de vuelta a dónde había estado. Marchabamos más rápido, casi trotando cuando una pequeña cabaña apareció frente a nosotros y el hombre entró corriendo. Seguido, con unos segundos, el guardia entró. Alcancé a oir que el hombre gritaba "he traído a los guardias" o algo similar justo antes de que el otro entrara. Se hizo el silencio. Entramos al lugar, que estaba lleno de locos rufianes o intentos de rufián. No había notado que habían más guardias con nosotros hasta que el líder gritó.

-Busquenlo. Quiero tenerlo vivo.

Y dejaron a un pequeño a cargo de nosotros. Félix lo miró y el chico nos apuntó con su lanza. Al poco tiempo todos los guardias estaban de nuevo con nosotros diciendo que no habían encontrado a Jack. Detrás de nosotros entró un reno, que empezó a olfatear el suelo como siguiendo un rastro. Probablemente estaba equivocado de especie, pero aún así, señaló un extraño objeto y se lo enseñó al líder. Él miró el objeto sin comprender y el reno lo miró de vuelta empujando el objeto para atrás.

-¡Una trampilla!- exclamó el hombre. Algunos de ellos entraron a la trampilla. De repente, todo empezó a congelarse. Saliendo del lugar. Era imposible detenerlo.

Félix golpeó al guardia que nos cuidaba y tomó su lanza para liberarnos. Con un ágil movimiento giratorio las cadenas se rompieron. Decidimos entrar por la trampilla y vimos a lo lejos una antorcha, así que tomamos por el lado oscuro con lo lógico que suena eso. Una tormenta de nieve llegó rugiendo detrás nuestro, aunque era imposible ya que estábamos bajo tierra, y aún así, desafiando la lógica, la tormenta nos atrapó. Corrimos hasta encontrar una puerta en el techo de la que salimos completamente blancos. Félix echaba humo por las orejas. Probablemente, podría descongelarse con lo alta que estaba su temperatura interna

-Voy a matarlo. Mataré a ese Frost.- dijo con odio y empezó a caminar. Iba tras él cuando...

-¡Bueno, creo que si dejaran de perseguir su cola como un par de perros entenderían un poco mejor!

Era la voz de un hombre, y nos sobresaltó. Nos giramos preparados para luchar. Sin embargo, mi coraje se vio acabado cuando ante mi vi al hombre. Era jodidamente guapo. Cabello castaño y ojos divinos. Mi aturdimiento me impedía verlo con claridad aunque sabía que debía estar guapísimo. Félix seguía apuntandole con la lanza que había usado para liberarnos. En sus manos llevaba el bolso que Jack se había llevado. Me lancé a cogerlo con Félix tras de mi, abrí el bolso y encontré la corona. Sonreí.

-Bien, si es todo lo que quieren, váyanse. Tengo mejores cosas que ofrecer pero bueno, nada que hacer, me retiro.

-¿Qué puede ofrecernos?- pregunté curiosa.

-Algo que viene con la venganza a Jack Frost.- dijo el hombre agitando el primer cartel que habíamos visto de Jack.

Miré a Félix y sonreí.

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¿Me quieren? Digan que me quieren porque yo si los quiero. Soy lenta pero los quiero. Bueno, disfruten este capítulo, que cuenta un poco, según yo, cómo encontraron los hombres a los "amigos" de Flynn Rider.
Bueno, no siendo más les recuerdo los votos, comentarios y que me sigan si les gusta como escribo. Pasen a leer mi novela "Like a Frozen Love Story", si te gusta lee la segunda parte y comenta, vota y bueno, sigue disfrutando de esta. Si llegaste a esta novela por esa, que emoción que sigas conmigo. Disfruta la lectura igual.
Besooooos ^^

(PD: Una amiga, perdió su cuenta así que la ayudarían mucho si pasan a leer lo que escribe, su cuenta es @Macy_Jelsa.)

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