Capítulo 31

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Luego de lo que pasó ayer, me quede pensando toda la maldita noche. No pude pegar un ojo en toda la noche, lo que le dije a Mario lo de Rubius, no sabía que hacer, lo perdoné y estaba usando a Mario como un objeto para olvidarme de Rubius.

10:00 AM.

Me levanté, Mario seguía dormido yo debía decirle a Mario así no se confundiera por el poco tiempo que estaba con él lo conocía demasiado y puede hacer algo que la verdad no quiero que haga.

Me dirigí hacia el baño y me di una ducha bien fría dejando que cada gota cayera en mi cuerpo, los pensamientos confusiones y frustraciones se esfumaron, luego de unos quince minutos en la ducha, me vestí con un short blanco con tachas negras una remera negra básica musculosa y mis converse negras.

Salí del baño y me encontré con Mario haciendo el desayuno, sentí que se tensó a ver mi presencia así que rompí el silencio.

—Buen día. —dije, la verdad es que estaba nerviosa pero debía decirle a Mario que las cosas que sentía por él eran solo para olvidar a Rubius—.

—Bu-buen día. —dijo el, podría jurar que estaba muy nervioso—.

Me dirigí a la nevera y saque una manzana, no tenía apetito.

—¿No vas a desayunar? —preguntó dudoso, la verdad es que siempre desayuno pero no tenía ganas de desayunar esta vez—.

—No gracias, no tengo apetito solo me comeré esta manzana.  —hice una mueca rara—.

—Mario…—rompí el silencio—. 

—¿Sí? —se giró hacia mí formando una sonrisa—.

—Yo… yo debo decirte algo. Sobre lo de aye... —me interrumpe— 

—Ya olvídalo pequeña —me sonrío—.

—No es que es algo importante, necesito decírtelo. —la verdad es que estaba nerviosa pero no se notaba, debía decirle eso así él no se confundiera—. 

—Está bien, dime. —dijo serio—. 

—La verdad es que  yo creo que te usé como una cosa para olvidar a Rubén, no quiero que sientas que soy una ‘’fácil’’, solo que estaba muy mal por lo que él me hizo y tal vez dije eso ayer para que no pasara a mayores ya sabes, que tú te confundas y eso. No quiero que nadie salga lastimado en esto…

—Está bien pequeña a mí no me afecta, sabía que estabas mal por él. —sonrió—. Además se notaba que lo amas mucho y él a ti… creo que deberías creerle, quien sabe a lo mejor esa Bárbara era una perra.  —río—. 

—Oh muchas gracias, Mario. —suspiré—. Tenía miedo de que pensaras que soy una ‘’fácil’’.

—Claro que no.  —soltó una pequeña risa—.

—Ahora debo ver que tengo que hacer, volver a España o… quedarme aquí más tiempo. Estoy muy confundida… —hice una mueca demasiado rara—.

—Deberías reflexionar pequeña, ahora discúlpame pero debo salir. ¡Nos vemos en un rato! —se paró de su silla, me dio un beso en la frente y se fue sin esperar respuesta de mi parte—.

—Debo llamar a Eva… —pensé en voz alta—.

(***)

Después de hablar con Eva sobre todo esto, cogí mis cosas y salí de casa para poder despejarme un poco. Todo parecía tan fácil, pero no lo era. Era una desisión díficil, era quedarme un tiempo más aquí o irme a España pronto, el problema era que por mucho que quería algo me lo impedía. Caminé observando todo, algunas personas me miraban raro por alguna extraña razón. Pero yo seguí mi camino, hasta que desde lejos miré a Mario con una chica. Sonreí, se le veía feliz y espero que realmente lo esté porque me alegraría por él. De todas formas se lo merece. Suspiré y me di vuelta para volver a casa, esperaría a Mario para contarle todo, si es que llega. Al llegar, dejé mi abrigo en la habitación que compartíamos con Mario, decidí ir a la cocina en busca de comida y lo único que encontré fue una naranja. Entré a Twitter para ver mis notificaciones, la mayoría eran de fangirls de Rubén, Mario y Sebas. Los leía para reírme un poco, algunos son muy graciosos y otros son aterradores; con amenazas de matarme y cosas así.

El hilo rojo. {rdg}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora