mister II. kth

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No voy a mentir, tenía una seria afición con el desnudismo. Me encantaba andar como dios me trajo al mundo, toda mi piel descubierta tocando el aire o las sabanas, me encantaba ese sentimiento. Por eso cada vez que podía me despojaba de mi ropa y andaba así por mi apartamento o por el del señor Kim, a él le encantaba la idea y vivía hasta feliz con eso.

Ahora nos encontrábamos en la casa de campo de Taehyung, estaba recién levantada y las sábanas blancas se enredaban en mi cuerpo, tenía los ojos entreabiertos dejándome ver el bello paisaje que había, las puertas al exterior del cuarto principal estaban abiertas, varias de las plantas se veían y a lo lejos se veía algunos trabajadores cuidando las flores del lugar.

La casa de campo me encantaba, era mi paraíso. Pasaba todo el tiempo con el señor Kim y no tenía ninguna regla excepto las que el había establecido hace mucho tiempo, podía andar como dios me trajo al mundo y nadie me juzgaría o me miraría. Por eso el señor Kim no dejaba que ningún trabajador se acercara a la casa principal, las que entraban de vez en cuando eran ciertas trabajadoras, las cuales el señor Kim les tenia cariño y por eso confiaba en ellas.

Me levante entre las sabanas quedando recostada contra el espaldar de la cama, las sabanas se deslizaron por mi cuerpo quedando mi pecho descubierto, mi pequeño tatuaje en las costillas descubriéndose. Había un rayo de luz que entraba por la puerta y daba exactamente encima de este, haciendo que me quede viendo el tatuaje en mi piel.

-Buenos días princesa, ¿cómo amaneciste? - El señor Kim entra por la puerta abierta tapando el rayo de luz, una sonrisa se formó en mi cara cuando lo vi con el pelo desordenado y su abdomen descubierto con un pantalón de pijama, para mí era su mejor versión. Por encima del Taehyung en traje y serio prefería a este Taehyung relajado en pijama y neutro, mi sonrisa se ensancho todavía mas cuando se sentó al lado mío y cogió mi mano.

-Excelente, señor Kim- el también sonrió mordiéndose su labio para después pasarme la bata de lencería que tenía para mí. Mis brazos deslizándose por la suave tela para quedar con ella encima sin amarrarse.

-Voy a quitar las sabanas para limpiarte, ¿está bien? - asiento para ver sus acciones, sus grandes manos sin anillos retiraron las sabanas dejándome completamente desnuda frente a él, la noche anterior habíamos intentando algo nuevo y había quedado tan cansada que el señor Kim no logro llevarme a la tina, había caído rendida entre sus brazos.

Se veían varias manchas secas de semen en mis glúteos y abdomen que por magia incierta no se habían pegado a las sabanas, también habíamos probado el chocolate que se producía en una localidad cerca a la casa de campo y en un ataque impulsivo de los dos el señor Kim salió echando chocolate en mi intimidad y lamiéndolo todo como si fuera un postre, se sintió raro no voy a mentir, pero nos encantó a los dos. El señor Kim no se demoró mucho en terminar de limpiarme con unos pañitos para después ayudar a pararme.

-Vamos a amarrar esto- dijo cogiendo las dos tiras de la bata para envolverme en ella, dejando nada de piel a la luz- Me encanta ver tu piel princesa, pero hay trabajadores dentro de la casa y sé que no te gusta que te vean.

El señor Kim me coge de la mano y me arrastra a la salida del cuarto, saliendo por el inmenso pasillo al iluminado comedor donde estaban nuestros desayunos. Su mano se apretó mas con la mía cuando vimos a los trabajadores que voltearon a vernos.

-Muy buenos días señor Kim, señorita Jung- reverencio de forma leve a la señora Min, encargada de cuidar la casa cada vez que el señor Kim no está. La mesa tenia diferentes platos de comida desde frutas hasta varias bebidas como café y jugo de naranja, los dos empezamos a comer en mitad de una charla corriente. Nuestras manos seguían enredadas y nuestras miradas de vez en cuando se encontraban para ser nuestros ojos los que sonrieran entre sí.

Bangtan Oneshots +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora