Capítulo 22

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No es culpa tuya, soy yo

Felix nunca había sido la clase de persona que hacía las cosas por impulso, tendía a meditar los que diría y lo que haría. Siempre se quedaba pensando en las posibilidades que tenía para poder actuar, por lo que no supo por qué actuó tan rápido con Diana. Había aceptado la idea de ir a su casa, pero su mente estaba en lo que pudiese pensar Jensen de él.

¿Por qué? Jensen y él sólo eran amigos por lo que no podía de estar pensando de esa forma sobre él.

Sin embargo esa idea era peor para él; en los últimos días que estuvo en todas las nuevas dimensiones, algo en él cambió. Jensen no sólo era un amigo, pero ¿estaba bien de esa forma?

—¿En qué piensas tanto? —escuchó a Diana hablar, volteó a verla y estaba recostada un poco sobre él.

—No es nada.

Mentira, lo era todo.

—Algo te sucede—mencionó ella—. ¿Te molestó algo que hice?

—No debiste decir eso frente a Jensen—mencionó, Diana abrió la poco como si quiera decir algo pero la cerró al instante.

Estaba sin palabras, ¿cómo podía él quejarse de eso? ¡El problema ahí era Jensen, no ella! No podía soportar que él estuviese ahí haciéndose la víctima a todo.

—Jensen no me agrada—mencionó ella.

—No te ha hecho nada—le dijo y Diana rió en burla.

—¿Nada? ¡Estás más ciego que protagonista ingenuo! —exclamó molesta pero mantuvo la calma, no quería parecer furiosa.

—Jensen estuvo pendiente de mí, mientras que tú estabas defendiendo a otro chico—se quejó, Diana rodó los ojos, sabía que en algún momento tocaría ese tema, pero no podía culparlo, era algo completamente entendible—. Además él...

—Jensen no es tu novio, soy yo—le dijo, Felix no dijo nada—. No entiendo cómo es que no te has dado cuenta todavía de todo; todo lo que Jensen hace es para separarnos, ¿no lo ves?

— ¿Por qué él haría eso?

— ¿De verdad? Felix, no puedes hablarme en serio—mencionó frustrada, el chico se encogió de hombros y eso hizo enfurecerla—. ¡Porque gusta de ti! —dijo desesperada—. Todo lo que él hace es porque gusta de ti.

—Q-qué—dijo titubeando—. Yo no le gusto.

—Por todos los dioses de la paciencia—suspiró—, si no fuese así, ¿crees que se empeñaría tanto en cuidar de ti? Mira lo que hace con Miles y mira lo que hace contigo; son dos comportamientos diferentes.

Felix se levantó del sillón en donde estaban y se dirigió hacia la ventana para tomar un poco de aire. Su corazón latía rápido ante la idea y no podía ni siquiera imaginar si era real; no podía creer que Jensen lo viese de otra manera, no creía en las palabras de Diana, pero ella no tenía doble intención para decírselo.

—Diana—dijo bajo mirando por la ventana.

—¿Me llamaste? —preguntó ella levantándose del sillón.

—¿Tú crees en nosotros? —preguntó volteando a verla, ella lo miró con confusión—. ¿Tú crees que esto pudiese ser real en mi realidad?

— ¿Tú realidad?

—Yo llevo deseando esto desde que te conocí—mencionó—, y estuve recorriendo dimensiones nuevas con la esperanza de llegar a este punto.

— ¿Te sientes bien?

Él asintió.

—Quiero que sepas que esto me gusta, me gusta estar contigo, pero creo que debo ser realista por un momento—suspiró y se acercó a ella, tomó sus manos y llevó una a su corazón—. Este soy yo cuando estás cerca—dijo—, pero éste también soy yo cuando tengo a Jensen cerca.

—Yo...entiendo—dijo bajo—. Entiendo si crees que es lo correcto; no quiero perderte Felix.

—Eres la chica más fascinante que existe—dijo él—. No sabes lo mucho que intenté estar contigo en este momento, fallé varias veces y lo intenté muchas más; pero quizás no me di cuenta antes de todo—la miró—. No es culpa tuya, Diana. Nada es tu culpa.

Ella quitó la mano del pecho del chico y se soltó de su agarre, se alejó un poco y bajó la mirada. No sabía cómo describir ese momento, era como si se lo hubiese esperado pero al mismo tiempo la hubiese tomado por sorpresa, ¿estaba mal no sentirse triste? Pero tampoco se sentía feliz.

Quería a Felix con ella, pero tenía que aguantarse frente a él. Era momento de esperar y no perder su cordura. El chico la miró y ella sólo se sintió pequeña, ¿qué le decía?

—Creo que...creo que es mejor que te vayas, Felix—dijo ella bajo—. Necesito pensar en esto, por favor.

Él asintió, prefirió dejarla sola, de igual forma sabía que cuando regresara al momento del baile, esa Diana no existiría para él. Tomó sus cosas y salió de la casa de ella, caminó hacia su casa y pensó mucho en todo lo que le estaba pasando. Ahora sólo quería regresar a su realidad, quería estar dónde todo inició; extrañaba a la Diana de su realidad, al Jensen y al Miles también, los extrañaba a todos, pero la idea de quedarse encerrado en ese bucle lo atormentaba.

¿Qué tenía que hacer para poder regresar?

La clave estaba en el momento del baile, todo estaba ahí, todo lo que él hiciera ahí tenía que ver con su nueva realidad, por lo que, ¿hacer lo mismo que hizo la primera vez haría que él regresase a su realidad? Si eso pudiese ser una teoría, ¿cómo haría para regresar al baile nuevamente?

Recordó que una vez Jensen le dijo que la forma de él regresar al baile era cuando sucedía algo que lo sorprendiera o lo congelara por completo. Necesitaba que algo sucediese que lo ayudase a regresar, y cuando llegó a su casa y se encontró con Jensen de pié frente a ella supo lo que debía hacer.

Se acercó a él decidido, él se encontraba de espaldas con todo el cuerpo dirigido hacia la puerta de su casa, por lo que lo tomó de los hombros para voltearlo, sorprendiendo al pelinegro en el acto.

—Felix yo...—no lo dejó terminar porque sus labios se encontraron con los de Felix. Quedó congelado pero automáticamente continuó el beso moviendo su labios al ritmo del chico.

Felix lo atrajo hacia él y pasó su lengua saboreando los labios de Jensen. Se separó y lo miró.

—Me gustas Jensen—le dijo.

—Me gustas, Felix.

Y todo se volvió negro, otra vez.

La primera vez de muchasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora