1.8K 85 13
                                    

Cuenta Lali

El jueves por la mañana me desperté lentamente de un sueño reparador y noté el peso de un brazo sobre el estómago.

—¿Qué coño? —dije aturdida. Cuando abrí los ojos, me encontré a Euge tumbada sobre mí. Al oír mi voz, ella se acurrucó más cerca de mí y puso una de sus piernas sobre las mías— Euge —protesté, tratando, sin éxito, de alejarla— Vuelve a tu cama, maldita sea. Por una vez, déjame
dormir en paz

—No puedo —murmuró, sin molestarse en abrir los ojos— Benjamín se ha quedado dormido
después de una maratón de sexo. Es posible que le haya frito el cerebro sin querer. No importa lo que haga, no se mueve —ella acercó más la cara a mis senos— Mmmm. ¿Cómo haces para que tus tetas estén suaves y firmes a la vez? Me encanta dormir encima. Eres la mejor almohada tetona que hay…

—Creo que a partir de ahora dormiré con la puerta cerrada

—Sé abrir cerraduras, ¿recuerdas?

—Cierto. Bueno, no puedo volver a dormirme contigo metiéndome mano, así que vuelve a tu maldita cama

—No puedo dormir en la misma cama que él —a ciegas, me dio unas palmaditas en la cara— Aquí estoy muy cómoda. Vuelve a dormirte. Respiras demasiado fuerte

—Perdón por molestarte, eres como un pulpo. ¿Por qué demonios no puedes dormir en la misma cama que él?

—Porque… —alargó la palabra como si estuviera hablando con un niño—, ha sido un rollo de una noche, y está rompiendo las reglas. Si me quedo dormida en la misma cama que él, se
convertirá en una relación

—¿Y qué tiene de malo eso? Se te cae la baba cada vez que ves a ese tipo, por no hablar de que esta es, probablemente, la vigésima vez que has tenido «un rollo de una noche» con él, algo que para mí no es recomendable en absoluto. Ten una relación con ese chico, por el amor de Dios, y ahórrate todos estos problemas, por favor

—Estoy dormida —murmuró, empezando a respirar profundamente.

—¡Eugenia! —grité, lo suficientemente fuerte como para arrancarla del sueño.

Se despertó sobresaltada; sus ojos somnolientos buscaron los míos.

—¿Qué? ¿A dónde vamos? ¿Quién ha muerto?

—Serás tú la que muera si no te apartas de mí

—Esta noche tienes que tirarte a Peter Lanzani o vamos a tener que buscar a alguien que cumpla esa función —resoplando, me dio la espalda y se acomodó acaparando mis almohadas— Siempre tan egoísta con tus tetas…

—Estoy empezando a sentir pena por Benjamín

—No lo hagas. A diferencia de ti, él lo ha hecho todo bien

—Por favor, deja de hablar. No quiero detalles

—No he dado detalles, no fastidies. Solo digo que ha sido bastante satisfactorio, y también tú podrías disfrutar algo de ese tipo de satisfacción. Todavía me siento dolorida en los lugares que corresponde

—Entendido. Gracias. Ahora vuelve a dormirte. Te lo ruego

Cuando no me llegó ninguna respuesta lo que fue una gran sorpresa, cerré los ojos y esperé
dormir algunas horas más.

—¿Lali ? ¿Estás despierta? —dijo Euge unos minutos después. Hablando… de nuevo.

—No —gemí.

—Bueno. ¿Vas a tirarte a Peter Lanzani esta noche? Porque de eso sí quiero detalles. Cada pequeño y sucio detalle. ¿La tiene gruesa y larga? ¿Corta y gruesa? ¿Venosa? ¿Gruesa, venosa y curvada? ¿Te imaginas la suerte que tendrías si ese fuera el caso? Sé sincera: ¿nunca fuiste a escondidas al cuarto de baño cuando se estaba duchando? Apuesto a que a los dieciocho años tenía un paquete
impresionante

AMOR DE INFANCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora