32°

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Cuenta Lali

Cuando me di cuenta por primera vez de que me había quedado dormida, todavía había luz al otro lado de la ventana, y escuché la voz de Nico, que venía de abajo. Ignorándola, me cubrí la cabeza con las mantas y volví a dormirme. No quería hacer otra cosa de todos modos.
La segunda vez, me desperté porque estaba muerta de calor debajo de las sábanas y todavía era de día. Al cambiar a una manta más fresca, me quité también parte de la ropa. La tercera y cuarta vez fueron porque me sentía incómoda. Entonces comencé a dar vueltas y vueltas. Lo odiaba todo. Al menos por fin era de noche. La quinta vez... La quinta vez que me desperté fue porque alguien se estaba acostando conmigo. No abrí los ojos, pero supe que era Peter; conocería su aroma en cualquier parte. Mi cuerpo se puso tenso, pero traté de que no pareciera demasiado obvio y me esforcé todavía más por mantener mi respiración bajo control. Nico estaba muy enfadado, como toda la familia; no lo habría dejado entrar en casa, ni mucho
menos meterse en la cama conmigo, pero entonces... ¿qué estaba haciendo aquí? No tuve que esperar demasiado
por una respuesta.

-Tu madre me ha preparado el sofá, pero me he colado en tu habitación -susurró- Tenemos que no hacer ruido para que el idiota de tu hermano no se pase por aquí tratando de proteger a mi esposa de mí -hizo una pausa- No te haces una idea de lo extraño que es estar de vuelta aquí, Lali, pero entrar de puntillas en tu habitación..., por alguna razón eso no es extraño -no me moví, pero él continuó- Lali... -lanzó un largo suspiro- ¿Cuándo comencé a echarte tanto de menos, chiquita? ¿Cuándo...? -otro suspiro- No sabes lo mucho que me preocupé cuando Tincho me dijo que no sabían dónde estabas -más silencio.

Lentamente, bajó las mantas y sus dedos tocaron mi hombro desnudo.
¡Maldición! ¿Por qué había pensado que estaba bien dormir con una camiseta sin mangas y en bragas? Debería haberme sofocado de calor.

Cuando sus dedos llegaron a mi cadera y se dio cuenta de que no llevaba mucho debajo de las sábanas, contuvo el aliento y dejó que la manta bajara a mis muslos. Con el corazón latiéndome en la garganta, esperé a ver cuál era su próximo movimiento. ¿Quizá había venido a decirme que teníamos que divorciarnos? Si éstos eran nuestros últimos momentos, quería saborear cada segundo.

Sé lo que están pensando, pero ¿acaso no he reconocido ya el hecho de que era patético?

-¿Tu corazón late todavía solo por mí, Lali? -preguntó bajito, con una voz suave y dulce. Cerré los ojos con más fuerza- Me pregunto si puedes sentir mis caricias en tus sueños..., si es por eso que tu corazón late tan rápido

Sus suaves palabras eran un susurro en mi piel, y permití que sus dedos recorrieran cada centímetro de mi cuerpo, seduciendo mi corazón antes de que mi mente pudiera detenerlo.

-Te he echado de menos, muchísimo. Si te beso, Lali...

Sentí sus cálidos labios en el hombro
justo antes de que se acercara. Un escalofrío me recorrió la columna, y no fui capaz de contener un leve jadeo. Él continuó como si no me hubiera escuchado.

-Si te beso, ¿te despertarás y
jugarás conmigo? Quiero sentir tus labios sobre los míos -me quedé en silencio- ¿Podrías dejar de fingir que estás dormida, chiquita?

Él sabía que estaba despierta y demasiado cansada para andarme con juegos, abrí los ojos en una habitación a oscuras.

-¿Qué estás haciendo aquí, Peter? -susurré después de un rato.

-¿Puedes mirarme, cariño? Por favor

Me giré para mirarlo, pero estábamos demasiado cerca para sentirme cómoda: mi cama de infancia era demasiado pequeña para mantener una distancia respetable entre nosotros. Aun así, retrocedí hasta quedarme en el borde de la cama. Mantuve los ojos clavados en las sábanas.

AMOR DE INFANCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora