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Cuenta Lali

—¿Cómo no me lo dijiste antes, Peter?

—Vanessa me lo ha comunicado en el último momento, Lali. No te preocupes, será divertido. Te lo pasarás bien

—¿Estás seguro? Te veo muy seguro de que me va a gustar, Peter —entrecerré los ojos y lo observé mientras se concentraba en su teléfono.

Escuché una risita a mi lado, así que volví la mirada hacia Tincho y arqueé una ceja. Había conocido al asistente de Peter solo unos días antes, cuando literalmente nos topamos el uno con el otro en la casa. No sabía mucho sobre él, pero parecía un buen tipo. Sin duda estaba pendiente de todo. Por lo que había visto en los últimos días, prácticamente organizaba él solo la vida de Peter.

¡Un momento!

—¿Lo sabías? —le pregunté.

—Por supuesto que lo sabía, es quien organiza mi agenda —intervino Peter.

—Exacto —corroboró Tincho.

—¡Genial! Es increíble. ¿Y a ninguno de ustedes se le ha ocurrido que sería útil mencionarme de antemano que íbamos a tener una sesión con una revista? Igual…, tal vez, no sé…, ¿unos días antes? —seguí moviendo las manos con inquietud.

—No te pongas nerviosa. Además de volverte loca, como en este momento, ¿de qué más habría servido? —preguntó Peter y le lancé una mirada de incredulidad.

—Si hubiera podido empezar a volverme loca unos días antes, ahora estaría mucho más tranquila, Peter. Además, ¿no es necesario que Vanessa me instruya, me refuerce o algo así? ¿Cómo se supone que voy a saber qué puedo decir y qué no?

Por fin levantó los ojos para buscar mi mirada.

—No necesitas instrucciones para una sesión de fotos, Lali. Sé tú misma, y yo me encargaré del resto

Sesión de fotos. Cada vez que oía esas palabras, comenzaba a temblar de nuevo. Al parecer, la idea de Vanessa de comunicar nuestro feliz matrimonio al mundo era anunciarlo a través de la revista de mujeres más popular del planeta. Sabía que se había hablado de hacer una entrevista en vivo, pero, por suerte, esa idea no había prosperado. Una sesión de fotos era un mal menor para mí, pero tampoco significaba que estuviera encantada con ese resultado, en especial cuando me enteraba de ella la misma mañana que tendría lugar.

—Ya hemos llegado —anunció Tincho cuando el coche se detuvo frente a una nave industrial relativamente pequeña.

Solté un enorme suspiro y salí del coche detrás de ellos.

—¡Joder! —susurré cuando entramos en el edificio.

Era un loft completamente amueblado, y me parecía espectacular, si dejábamos a un lado a todas las personas que correteaban por allí. Mientras asimilaba todo lo que me rodeaba, me olvidé de estar nerviosa. Peter me puso la mano
en la parte baja de la espalda para guiarme al interior. Unos segundos después, antes de que pudiera recrearme en la sensación, Tincho se acercó a nosotros con pasos rápidos acompañado de una mujer.

¿Cuándo se había apartado de nuestro lado?

Olvidé cualquier cosa sobre el loft y me concentré en la mujer. Cuando se detuvieron frente a nosotros, ella prácticamente se había follado a Peter con la vista, y tenía una sonrisa provocativa en su cara.

—Hola, señor Lanzani —Peter estrechó la mano extendida de la mujer.

—Por favor, llámame Peter. Eres Megan, la fotógrafa ¿verdad?

AMOR DE INFANCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora