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Cuenta Lali

—¡Despierta! ¡Despierta! ¡Despierta! ¡Despierta!

—Vete —gruñí, lanzando una almohada al lugar del que provenía el sonido.

—Tienes que levantarte, Lali. Estás en internet

Euge siempre tratando de despertarme… Nunca era la dulce Brenda. ¿Por qué? Pues porque Brenda no era una persona cruel como Euge. Euge tenía un problema con la gente que dormía tan tranquila. De hecho, ella era un problema en sí misma.

—Increíble —le deseé buenas noches y le di la espalda a su voz.

La cama se hundió bajo su peso cuando se sentó junto a mi cadera.

—No creo que me estés entendiendo, Lali —me puso la mano en el hombro y me sacudió con fuerza.

—No quiero entenderlo. Me duele la cabeza, Euge —le supliqué, mirándola con los ojos entrecerrados mientras me cubría la cara con las mantas—  Vuelve dentro de unas horas y oiré
todo lo que quieras. Incluso asentiré

—Genial. Supongo que no te importa que tus imágenes íntimas… con Peter Lanzani… estén por todas partes en Internet

—¡¿Qué?! —grité mientras me sentaba demasiado rápido para mi pobre cerebro— Ay, ay, ay… —dije agarrándome la cabeza.

—Mira… —me puso su portátil en el regazo y esperó a que la mirara con una expresión entre cabreada y expectante.

Según me iba desplazando hacia abajo, con cada imagen que veía abría un poco más los ojos.

—¡Joder! —murmuré cuando comencé a leer el artículo.

—Tengo razón, ¿verdad? Vas a tener a los hijos de Peter Lanzani, llenos de , de lunares. Voy a ser la tía chachi. Y veré a tu marido medio en pelotas por casa mientras les cuido a los niños

Me reí; de acuerdo, me salió un poco ahogada, pero todavía era una risa.

—¿Te has tomado algo? —pregunto y volví a ver las fotos de nuevo. No podía dejar de mirarlas.

—¿De qué estás hablando?

Me miró como si fuera estúpida, y luego suspiró y se acomodó en mi cama, de nuevo, recostándose a mi lado.

—Tienes que dejar de acostarte conmigo —murmuré, tratando de echarla de la cama.

—Está enamorado de ti, estás enamorada de él. Está sucediendo —se frotó las palmas de las manos— ¡Mis sueños se están haciendo realidad!

—¿Tus sueños? —me reí— Por favor, dime qué andas consumiendo para que no lo sigas haciendo

—¡Oh, cállate! —con un movimiento magistral se metió debajo de las sábanas conmigo, robándome la almohada. Me alejé de ella y me bajé de la cama.

—¿Qué voy a hacer?

—¿Qué quieres decir?

—No es Peter quien parece enamorado en estas fotos, Euge, ¡soy yo! ¿No lo ves?

—¿Y…?

—Nunca volverá a dirigirme la palabra. Y Nico se volverá loco cuando vea las fotos

—Es evidente que te has quedado ciega por estar a todas horas mirando la pantalla del portátil —puse los ojos en blanco mientras ella se acomodaba todavía más en mi cama— Los dos parecen enamorados

—¿Nena? —dijo una voz justo al otro lado de la puerta, lo que hizo que abriera los ojos como platos.

—¿Benjamín? ¿Otra vez? —le susurré a Euge. Entonces, él golpeó suavemente y somó la cabeza.

AMOR DE INFANCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora