24°

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Cuenta Peter

Disfrutamos de una cena rápida en la que Eugenia y Lali lograron hacerme reír varias veces con sus historias antes de ir al bar donde se reunían el elenco y el equipo. Más que una fiesta, era una manera de entrar en contacto y conocer a la gente nueva antes de que el rodaje acaparara todo nuestro tiempo. Si Lali estaba triste porque Brenda no había podido venir, no lo demostró, pero noté que la falta de su amiga en su vida le estaba empezando a preocupar. Aun así, no hice preguntas. Mientras que Euge había elegido unos vaqueros y un top con mucho escote, Lali llevaba una
brillante falda metalizada con una camisa blanca informal. Todavía tenía el pelo húmedo por la ducha que se había dado después de la sesión de fotos, y apenas se había maquillado. Para mí estaba perfecta.

Por mi parte, casi no me había recuperado de la sesión, y tenía problemas para apartar la mirada de ella. Cada pequeño detalle parecía importante por algo. La forma en que sus mejillas se pusieron rojas de tanto reír, la forma en que la había pillado mirándome con las pestañas bajas, la
manera en la que sus ojos brillaban cada vez que le cogía la mano… Empezaba a resultarme imposible no notar cada pequeño detalle de ella.
Era imposible que no me gustara todo lo que estaba viendo. Me había obligado a dormir solo en mi habitación desde que ella se había puesto a llorar entre mis brazos aquella noche antes de llevarla al orgasmo con los dedos, pero mi paciencia estaba empezando a agotarse. Estaba a punto de separarle las piernas y reclamarla para mí. Cada mirada inocente, cada roce, cada sonrisa secreta… Todo nos estaba acercando a lo inevitable.

Con la segunda cerveza de la noche en la mano, seguí a Lali y Euge con el rabillo del ojo. Quería darle tiempo a solas con su amiga, porque incluso yo podía ver cuánto se echaban de
menos. No habían dejado de hablar desde que Euge había puesto un pie en el coche. No había querido que mi agenda la mantuviera alejada de sus amigos, pero, dado mi trabajo, acababas acostumbrándote a no tener libertad. Estaban tomando chupitos de tequila y mezclándolos con cervezas. No parecía que estuviera borracha, y ciertamente no estaba actuando así, pero no podía estar seguro. Si pedían otra ronda, iba a interferir. Por mucho que me encantara volver a tener entre mis brazos a una Lali borracha, quería que estuviera sobria cuando llegáramos a casa.

Una hora después de la fiesta, algunos de los miembros del equipo habían decidido instalar la máquina de karaoke y se pusieron a cantar; se convirtieron en el foco de atención de la noche. De vez en cuando, saltaba alguien al escenario para torturar los oídos de todos. Por lo demás, nadie más había cogido el micrófono, lo que consideré una bendición. Estaba sentado en la barra con el actor Taylor Lautner, un tipo con el que había trabajado antes y al que respetaba en el trabajo, cuando escuché por primera vez la voz de Lali a través de los altavoces.

—Hola a todos, soy Lali —carraspeó y dio un golpecito en el micrófono con el dedo. Alguien dejó escapar un fuerte silbido.

—Creo que esa es tu esposa,  —dijo Taylor, mirando por encima de mi hombro.

Había sido la primera persona de la fiesta a la que le había dicho que estábamos casados. Taylor no era un tipo que se lo fuera a contar a nadie más, en especial después de que le hubiera pedido que no lo hiciera.
Me giré en el asiento para mirar al escenario.

—Eso parece —confirmé, recreándome en las curvas de su cuerpo. Me incliné hacia delante y apoyé el codo en la barra mientras tomaba un trago de cerveza.

—Acabo de perder una apuesta con mi amiga Eugenia—dijo en tono risueño, mientras señalaba a una radiante Euge, y recibió un silbido de ella— Así que, como perdedora, se supone que debo
daros dolor de oído durante un rato. Espero que tengan paciencia conmigo. Es una lenta, así que no deberían sufrir mucho

AMOR DE INFANCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora