Capítulo 11.

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—¡Oigan, está despertando! ¿Cómo te sientes?

—Permiso. Déjame revisarla.

Midoriya oía muchas voces cerca de ella, ninguna familiar. Una de una niña pequeña, y otra de una casi señora. Se sentía asustada por no saber donde estaba.

—Midoriya-san, tranquila. No vayas a hacer nada raro. Estoy contigo.

Abrió los ojos, encontrándose con Isamu sonriéndole. Se alivió bastante; odiaba los hospitales. Por alguna razón, no podía ver nada a través de su ojo izquierdo.

—¿Puedes levantarte? —preguntó la voz de la casi mujer. Isamu ayudó a levantarla, dejándola sobre su brazo.

—¿Qué me pasó? —la bicolor llevó su mano en su ojo vendado, sin entender.

—Te dio un ataque de pánico —le respondió la mayor—. Isamu me contó lo que pasó, y a raíz de eso, recordaste algo que no debías... ¿Siempre has tenido esos recuerdos?

—Son pesadillas —corrigió—. Las tengo desde muy pequeña.

—No es normal que alguien desde tan pequeño tenga pesadillas de ese calibre, intensidad y ese tipo... Las pesadillas frecuentes se derivan a traumas —explicó la albina, agachándose sobre ella—. ¿No miras lo débil que estás? Te puede consumir.

—No... tenía idea... Lo siento.

—Tú no tienes la culpa —le sonrió el chico—, ¿verdad? —miró a la que parecía ser una joven doctora.

—No lo sabremos hasta que sepamos la verdad... Tu trauma debe ser por algún rechazo de niña, u odio... ¿Recuerdas algo parecido? —ella negó—. De seguro estabas muy pequeña para recordar.

—¿Dónde estoy?

—¡Nuestra casa! Isamu y mía —sonrió la menor—. ¡Mucho gusto! Soy Hanae, y ella es mi prima científica Fuyuka. Sabe de medicina también; ¡está aquí para ayudarte!

—Un placer.

—El placer es nuestro —Fuyuka se inclinó—. Creo que debería irme. ¡Por cierto! Sobre tu ojo. Te rascaste mucho y te lastimaste; también te quemaste. Pero estará bien —Akadenne asintió, aún distraída.

Cuando Fuyuka salió. Akadenne, por el cansancio emocional, poco a poco se fue quedando dormida sobre el brazo del chico, cosa que le pareció muu lindo al Omega. Se escucharon otros pasos venir. Le pareció extraño a los peliverde porque estaban solos.

—¿Fuyuka?

Un holor fuerte se hizo presente; los más jóvenes supieron de inmediato quien era, Hanae sonrió muy grande e Isamu se puso nervioso. La figura de su padre con su traje de Héroe, cansado, se hizo presente, soltando algunos jadeos en el proceso.

—¡Papá! —la Omega saltó hacia él. El hombre la abrazó.

Sin decir nada, sus ojos se fijaron en su hijo y la chica, abriéndolos bastante por la sorpresa.

—Explicación —le gruñó a su hijo.

—E-ella es Akadenne Midoriya, ¡una compañera de clases! —recalcó para que su padre no malinterpretara el hecho de que la Alfa estaba recostada sobre él—. Le dio un ataque de estrés cuando salimos, según prima. No sabía que hacer o donde dejarla, así que la traje para que Fuyuka la revisara. No sé dónde vive o quienes son sus padres.

¿Padres? ¿En plural? ¿Acaso...?

—Pudiste haberla dejado en la enfermeria de U.A.

—No quería llamar la atención. Tampoco creí que fuese tan grave.

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