Y ahí estás. Parada enfrente del espejo, dándote las últimas miradas y acomodándote esos incómodos y desobedientes mechones que nunca quedan sujetos a la colita de pelo; como si no quisieran que ese monstruo elástico los rapte.
Pasás del pelo a tu atuendo; querés estar segura de que combinaste bien la ropa, tratando de estar lo más parecida posible a esas modelos que tanto ves en la televisión, en las revistas, o en internet.
Sos consciente de que estás tardando mucho enfrente del espejo y de que es muy probable que llegues tarde, pero querés estar perfecta, aunque eso signifique revisarte una y otra vez, o como algunos dirían, revisarte más de lo que lo haría la aduana.
Notás algo negro justo debajo de tus ojos: ojeras. Esa mezcla de café, trabajos acumulados, estrés, libros, y de tu don por dejar las cosas a para última hora.
Segura de que si un panda te llega a ver se va a enamorar de vos, empezás a ponerte algo de maquillaje; tratas de que sea lo justo y necesario, sin intención alguna de terminar pareciendo a alguno de esos payasos de las películas de terror o de los libros de Stephen King.
Una vez terminado el maquillaje, volvés a ver tu reflejo en el espejo, solo que esta vez no pensas en otra cosa que en tus defectos
Empezas a ver la forma de tu cara, preguntándote a ti misma cómo quedarías luego de una operación de nariz. Si tuvieras la de Megan Fox, ¿estarías más linda?
Pasas la vista por tu cuerpo. Ese con el que tuviste y con el que seguís teniendo muchos problemas. "¿Cómo quedaría con unos cuantos kilos menos?", te preguntas.
Imágenes de la cantidad de dietas fallidas (razón de algunos problemas de salud que tuviste luego) y esas largas horas que pasabas dentro del gimnasio en donde terminabas agotada comenzaron a pasar por tu mente.
"¿Y mi altura? ¿Por qué no tengo la altura de 'Pampita'? Ella sí que es perfecta."
Pensás en cómo serías con unos cuantos centímetros más. ¿Qué clase de macumba hacen las modelos para ser tan altas? ¿Y cómo hacen para caminar con esos tacos más altos que la Torre Eiffel?
Luego de verte por unos minutos más, te das cuenta de algo.
A veces nos enfocamos en lo que no podemos hacer, lo que hacemos mal, o en lo que no somos. ¿Y si mejor pensamos en nuestras virtudes en lugar de nuestros defectos?
Siempre estás tratando de ser la chica perfecta, pero, ¿sabes qué? No existe esa tan perfección.
Frunces el ceño. "¿Entonces me estás diciendo que ni siquiera el café es sinónimo de perfección?", le preguntas a tu inconsciente. Sí.
Nada ni nadie es perfecto, y tratar de ser alguien que no se puede ser es una tontería y una pérdida de tiempo. Todo lo bueno tiene su parte mala, y todo lo malo tiene su parte buena.
Los defectos nos hacen humanos, no hay que esconderlos.
Paras todos tus pensamientos. Te sacas el maquillaje, dejando ver tus ojeras; te miras al espejo, esta vez sí por última vez. Vas hacia la puerta, ya lista para salir.
ESTÁS LEYENDO
Introspección. Soltar y descargar.
RandomSoy una chica con muchas cosas para decir. Este texto, libro, escrito, es propio. Espero les guste.