Ese momento en el que te ves al espejo y llorás.
Llorás porque no te gusta lo que ves, porque no sos como ellas.
Ellas, con esos cuerpos formados, delgados, lindos.
Te derrumbás, no aguantás más. Te desesperás, tenés impotencia. Te preguntas una y otra vez por qué no podés parar de comer, cuando ya de por si comés poco. Te preguntás por qué no tenés ganas de hacer gimnasia si eso es sano. Por qué no te cuidás más, sabiendo que ya de por sí lo hacés. Te preguntás por qué no tenés el vientre plano, ni los glúteos firmes, ni las piernas delgadas.
¿Por qué ellas pueden y yo no? ¿Por qué soy tan horrible?
Seguís llorando, te tocás el vientre. No te gusta lo que siente, no te gusta ese tacto. Vas a tus brazos. Qué asco.
"Mirá esa grasa". "Necesitas tonificar", "Estás gorda", "dejá de comer".
Llorás porque sabés que no podés. No podés dejar de comer, no podés hacer ejercicio porque no te gusta, porque no tenés energías Aún así dejás de hacerlo, dejás de comer.
Empezás a esforzarte para hacer ejercicio sobre exigiendo a tu cuerpo algo que no puede dar porque no tiene el combustible necesario. Un año después bajaste kilos y kilos.
Volvés a verte al espejo esperando ver algo que te guste pero sin embargo, a pesar de que tus costillas se noten, tus papás se preocupen, tu médico te regañe, tu amiga se sorprenda, no te gusta nada de lo que ves.
Te seguís viendo gorda, demasiado, más que hace un año. "¿Cómo es que engordé más?".
La realidad es que no, no engordaste más. Lo que ahora es más gorda es tu distorsión. La voz que te dice que estás más gorda habiendo adelgazado más de 20 kilos, y teniendo un índice que claramente señala un bajo peso. Pero seguís estando gorda.
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Introspección. Soltar y descargar.
RandomSoy una chica con muchas cosas para decir. Este texto, libro, escrito, es propio. Espero les guste.