10: Lobo Gris

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Bright estaba cazando

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Bright estaba cazando.

Bright estaba enojado.

Y Bright estaba escondido detrás de un bote de basura.

¿Cómo llegamos a esto? Los invito, querides lectores a que me acompañen solo veinte minutos en el pasado.


















Entonces el día de Bright iniciaba bien, en su casa, claro está.

Había terminado una columna desde anoche que sólo envió, hacía un buen clima y justo hoy decidió usar una camisa azul, osea, todo iba bien.

Pero su ánimo salió disparado al tiempo que vió como un chico bajito salía con Win de su casa, ambos riendo y en dirección a quien sabe donde.

Entrecerró los ojos, porque no le conocía.

Win le contó que el chico alto de la otra ocasión no era más que Jimmi, su mejor amigo y nada más - claro, después de muchos besitos para convencerlo -.

Pero este niño bajito, de sonrisa acorazonada y de cabellos negros no le daba nada de confianza, por TopTap con sombrero de mariachi que no.

No, no los iba a seguir porque eso estaba mal, claro que sí.

Era signo de toxicidad en una relación y él definitivamente no era tóxico con su querido conejito.

Aún no eran pareja pero iban en rumbo y no iba a arruinar nada.

No, ¿verdad?



















— Uh, Tommi kub, estoy cansado, ¿estás seguro que aún no encuentras lo que necesitas?– escuchó a su chico.

Que malo era ese llamado Tommi, ¡le había tenido casi treinta minutos corriendo de tienda en tienda!

No, no, no.

Su bebé rosa era chiquito y no podía correr así.

Hay que cuidar a Win.

— ¡Deja de quejarte, Win! ¡Tú fuiste quien me dió la idea! – exclamó el azabache.

Miró como Win puso un pucherito y siguieron caminando a paso rápido.

Ow, si no fuera porque se ve que Win aprecia a ese chico, ya le estaría rompiendo las piernas.

No, Bright, no seas grosero con los amigos de tu casi novio, y concéntrate porque se te van.

Bright se puso de pie con eso en mente y apresuró su paso para ir tras de ellos.

Después de muchas tiendas diferentes, enserio no sabía que era lo que ambos querían y Win se notaba cansado.

Tenía que intervenir pero ya.

Llevarse a su bebé a descansar y darle una patada en el trase-

— ¡Yay! ¡Lo encontramos, Winnie! – gritó Tommi saliendo de una tienda...

ESPEREN.

¡¿UNA JODIDA SEX SHOP?!

¡¿SU PEQUEÑO BEBÉ HABÍA ENTRADO A UNA SEX SHOP?!

NO, AHORA SÍ ESTABA ENOJADO.

Dispuesto a ponerse de pie y salir de su fabuloso escondite - detrás de unas bancas-, la voz de Win lo hizo parar.

— ¡Por fin! ¡Te dije que era más fácil conseguir unas esposas con peluche aquí! ¡Ush, ustedes bobos me van a venir matando!– chilló con frustración pateando el suelo.

A Bright casi se le cae la mandíbula al suelo cuando escuchó a su bebé hablar así.

— ¡Pero Winnie! ¡Creerían que soy un pervertido solo por querer unas para estudiarlas y ponerlas en mi libro! – se quejó.

¿Libro? ¿Qué?

Okay, eso se estaba poniendo muyyyyy raro.

— Tommi, literalmente escribes una novela de terror y me estas diciendo que no quisiste comprar unas en línea o en una de esas raras tiendas de armas pero sí aquí donde no son exactamente para uso secular... Tu y Jimmoi son tan para cual.– habló sobando su puente.

Vaya, entonces era eso.

Frunció el ceño y decidió alejarse del par de amigos, dejándolos en paz.

Definitivamente Win era un caso.

The Pink Panther©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora