Capítulo 81."Uno más"

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Después de aquel maravilloso día que tuvieron, Katerin y Alejandro solían darse un pequeño tiempo para comer juntos, ya fuera que él fuera a su empresa o que ella fuera a la suya, ahora más que nunca se dedicaba a prestarle su atención. No podía permitir dejarle opción a esa mujer.

Jinna estaba qué ardía, no podía contra la inteligente esposa de Alejandro. Se negaba a perder todo lo que deseaba, ella quería algo, una cosa necesitaba, y eso era tener una oportunidad de hacer discordia entre la pareja. Pero, eso no era cosa fácil, Katerin y Alejandro era una pareja que había pasado por muchas cosas, tantos obstáculos habían superado, su amor era incondicional, incluso la distancia no había podido contra ellos.

Ella sabía que no podía hacer nada por ahora, debía de mover sus piezas de manera inteligente, si lo hacía descuidadamente sabría que podía perderlo todo en un abrir y cerrar de ojos. Por lo que, permaneció con un perfil bajo.

Katerin se mantenía aún alerta, sabía que el tipo de mujer que Jinna era, por lo cual, no era de fiarse. Ella no estaba dispuesta a perder al hombre que tanto amaba.

Por eso, cuando tenía un espacio libre, aprovechaba para llamarle y preguntarle por su día, o le mandaba dulces mensajes cargados de lindas palabras. A veces solía mandarles fotos de su rostro con una linda sonrisa, lo cual alegraba a Alejandro. Solo con contemplarla, le alegraba el día.

Jinna había tratado de muchas maneras hacerse más íntima de Alejandro, le sacaba plática, hablaba sobre temas que le interesaban, asimismo, sacaba información de Katerin. Ella iba ideando un plan para ganarle a su rival.

— Ya verás, Katerin. Encontraré una manera para quitarte a Alejandro. Yo seré la única mujer en su vida, no quedará ninguna huella de que alguna vez hayas existido en su vida.
Dijo con confianza mientras miraba su reflejo en el espejo de los baños de mujeres.

Mientras tanto, Katerin estaba trabajando con gran esmero, iba a reuniones y firmaba lo necesario. El día de ahora, ella había terminado más pronto sus deberes, había seguido el sabio consejo de su madre. Ella distribuyó el trabajo a sus trabajadores de confianza, así tenía más tiempo para estar con su esposo y disfrutar un espacio para ella misma, en donde solía irse a consentir.

Este día, había decidido visitar la empresa de su padre antes de ver a su amado esposo. Al llegar, fue recibida por la asistente, la cual también era su amiga, ya que durante su cargo, ellas dos se habían entendido a la perfección.

— Katerin, no sabés que mangazo, que bombón vino a trabajar en tu lugar, por Dios, su cara parece haber sido tallada por los mismísimos ángeles. Es la personificación de un verdadero Dios griego.
Comenzó a decir la rubia.
— Ana Lisa, no te conocía de esa manera.
Respondió Katerin con una sonrisa.

Le daba cierta gracia escuchar a su amiga expresarse de esa manera, más porque solía ser callada y no decía ese tipo de cosas. Se veía que este tipo de verdad la había enloquecido. Ella estaba feliz por ella.

— Es que ese hombre me tiene vagando por la calle de la amargura, ni siquiera una miradita me da, no creo que me haya notado, jamás me mira a los ojos. Siempre cuando voy a llevarle documentos no me mira, solo los recibe, los lee, firma y me los devuelve.
Confesó lamentándose, ella realmente deseaba que aquel misterioso hombre la mirará.
— Ay, Ana Lisa, que te puedo decir. A lo mejor le has de gustar y es muy tímido para verte.
Respondió Katerin dándole ánimos a su acomplejada amiga.

Las palabras de Katerin lograron ponerla de buenas, se emocionó, incluso la abrazó.

— Sabía que tú sabrías que decirme, gracias, Katerin.
— De nada, amiga.
— ¿Está mi padre en su oficina?
Preguntó Katerin mientras subían el ascensor.

Y si tan solo nos amamos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora