¿Si yo qué?

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-Tú eres gay, ¿no, Samu?
-¿Si yo soy qué?
-Eres gay, se te nota.
-De que rayos hablas.
-Es ese chico, ¿no?

//Samu se levantó de golpe asustado//

Dios, mi cabeza. He estado tan cansado estos últimos días que hoy dormí fatal. No recuerdo muy bien que soñé, solo recuerdo que fue algo de miedo. Probablemente. Sino, no me hubiera levantado del susto. Pero, qué más da.

Era ya muy tarde para llegar a la facu en bici. Me dirigí al autobús y, de todas maneras, llegué tarde. El día empezaba fatal. Lo único bueno era que no iba a pasar por laboratorio esta mañana. El bus me dejaba en la otra entrada así que no tendría por qué escuchar las risas de ese chico por si me caía hoy. Aunque él se cayó ayer y ya debe de haber aprendido la lección, ¿verdad?
Creo que con lo de ayer solucionamos todo. Aunque, que fue eso último que vi en sus ojos, ¿sinceridad?
No. Seguro que no fue eso. Bueno, puede ser que me haya dicho gracias en serio, al final le salvé el pellejo.

-¡Sam!
-¿Leyla? Que rayos, ¿no deberías estar en clase?
-Es muy aburrida cuando no estás. ¿Por qué tardas tanto?
-Me quedé dormido y tuve un sueño extraño o de terror. No recuerdo bien.
-Más te vale que no te duermas en la clase porque creo que tendremos que hacer un trabajo en pares. Ya le había dicho a Blanca para ser juntas porque no llegabas, pero seguro que la profe nos deja hacerlo de tres.
-Un trabajo ahora mismo. El día no puede ser peor.
-¡Pienso igual! Pero, ya vamos.
-Iré al baño antes. No he ido en toda la mañana.
-¡Apura!

Y se fue mientras yo dejaba todo en el locker para poder ir a mear en paz. Llegué al baño y lo primero que vi fue un brazo ensangrentado. O eso creí. Pero, más bien, era una quemadura de brazo.

-¿Te caes y luego te quemas el brazo? - Dije con más fuerza de la esperada.
Xavier volteó y me miró con burla como siempre, pero no pudo aguantar luego la mueca de dolor.
No sé por qué sentía que lo había visto antes hoy.
Pero... ¿cómo si recién llegué aquí?
-No me vendría mal un poco de ayuda - Dijo el chico azul regresándome a la realidad.
Me acerqué para ver su brazo.
-¿Has probado ponerlo debajo del agua?
-¿Se supone que tengo que hacerlo?
-Creo que debes lavar la herida antes de que se infecte. ¿No eres tú el genio del laboratorio? ¿Cómo es que no sabes esas cosas?
-¿El genio?
Me sonrojé.
-Quise decir el idiota del laboratorio.
No quería voltear a ver su estúpida mueca porque seguro que su sonrisa era más grande que el dolor en este momento.
Abrí el caño y prácticamente lo obligué a poner su brazo ahí debajo.
En realidad, solo le dije que lo ponga, pero qué más da.
-Auch.
-Creo que debo llevarte al Tópico.
-No podemos hacer eso. - Mientras lo decía me detuvo con su brazo bueno agarrando mi muñeca.
-¿Por qué no? -Le dije con cara de extrañado mientras me soltaba de su agarre.
-Cerrarán el laboratorio si piensan que es peligroso.
Seguí viéndolo sin entender realmente. Él suspiró cómo si no hubiera entendido algo completamente lógico.
-El laboratorio es mi vida. No permitiré que lo cierren por mi brazo. - lo dijo tan serio que por un momento pensé en que realmente era importante, pero luego vi su brazo.
-No podrás usar el laboratorio sin brazo.
Me dio una media sonrisa.
-No me quedare sin brazo por una quemadura, Sam.

Sam.

Ok. No estaba sorprendido. Pero sí. Sí estaba sorprendido.

-Mmm. No. No creo que sea buena idea que tengas la herida abierta así. -Mis cachetes hervían, pero ¿por qué?
-Acompáñame a la farmacia y la puedes curar tú si quieres.
-O puedes ir tú solo y yo regreso a clase con Leyla.
-No puedo curarme con la mano izquierda. No tengo buen pulso.
Realmente lo estaba considerando.
-Creo que puedes hacerlo lentamente. -Dije aún en duda.
-Bien, pero usaré tu tarjeta.
Cuando lo dijo me di cuenta de que mi billetera ya no estaba en mi bolsillo.
-Qué. En qué momento...
Y Xavier ya no estaba. Cuando volteé vi que salía corriendo por la puerta. No hay forma.
Lo seguí corriendo, pero él iba más rápido. Pasé por tres pasillos y él aún seguía a distancia de mí. Hasta que paró porque casi se caía doblando la esquina. Bajó la escalera, pero yo salté los últimos peldaños y estaba justo detrás de él. Hasta que salió y cerró la puerta.
Volvimos a estar lejos.
Ahora estábamos afuera en los campos del jardín. La puerta hacia la calle estaba a dos metros de él y 7 míos. No lo iba a alcanzar si no corría más rápido, pero nunca fui bueno en deportes y él tenía piernas más largas.
Seguí corriendo hasta salir del campus universitario y lo vi entrando a la farmacia del frente.
Cuando llegué ya estaba comprando vendas y crema humectante. Y otra crema que supongo era para quemaduras graves. Pero, no estaba usando mi tarjeta.
Lo alcancé al fin.
-Dame mi billetera. -exigí.
-Sabes que igual no iba a poder usarla, ¿verdad? No sé el código de tu tarjeta. Aunque conociendo tu estilo, seguro que solo me hacia falta ver tu fecha de nacimiento en tu carnet universitario para averiguarlo.
Me sentía un tremendo imbécil. Lo había seguido corriendo por todo el campus cuando podría haber estado con Leyla haciendo el trabajo. Pero, debo admitir que fue divertido.
Yo aún estaba recuperando el aliento mientras trataba de conservar el poco de dignidad que me quedaba.
-25 de setiembre - Dijo Xavier en voz alta leyendo la fecha de mi carnet.
-Dame eso.- Dije entre respiros. Y él me lanzó la billetera.
La agarré en el aire y lo miré fijamente.
-¿Cómo crees que sería tan estúpido como para poner mi fecha de nacimiento de contraseña? -le dije entrecerrando los ojos.
-Si no es 2509 es 0925, ¿no es así?
Lo había descubierto, pero claro que no se lo iba a decir.
-Por supuesto que no.
-Já. Eso es más que un sí, muchas gracias. Solo me hace falta robar nuevamente tu billetera para comprarme una nueva crema. Me quedé con ganas de comprarme la más cara.
Me reí. Me reí porque este chico no tenía remedio.
-Eres un idiota. Te has podido infectar de mil cosas de camino aquí cuando el tópico estaba prácticamente al lado del baño.
-No te hubiera visto frustarte cuando te cerré la puerta en las narices.
Me frustraba tanto que sentía que el estómago se me apretujaba, pero no sabía si era por frustración o por aguantar la risa para no darle el gusto.
-No estaba frustrado. Te di ventaja a propósito por estar quemado.
-Já. Si claro.
Me acerqué un paso porque algo en mí me decía que lo haga.
Él era más grande, pero yo más fuerte y al dar un paso, de repente, lo hice retroceder. Fue de manera involuntaria, pero lo vi y me causó gracia.
Aunque no retrocedió mucho, de manera que pude tomar su billetera antes de que lo hiciera.
-¡Hey! - Intentó alzar el brazo para agarrarlo, pero fue el quemado y le dolió con solo el intento.
-Si tú sabrás mi cumpleaños, yo también debo saber el tuyo.
-No, Samuel, tienes que...
Pero, ya era muy tarde.
-No te llamas Xavier...
-No lo digas.
-Ben-jamín
-Mi nombre es Xavier.
-Benjamín Gutierrez.
-Mira la foto. No soy yo.
Era cierto.
-Si no eres tú, ¿por qué tienes esto?
-Es la billetera de mi hermano. Se la robé esta mañana porque sabía que necesitaría algo de dinero. Lo iba a usar para comida, pero dadas las circunstancias.
-Así que estás acostumbrado a robar.
-Solo a conocidos. Y no iba a robar, te lo iba a devolver luego. Quizá comprarte un pancho.
Me reí mucho.
-¿Un pancho por una venda y dos cremas?
-No te gustan los panchos. Bien, una pizza. Creo qué hay una pizzería doblando esta esquina.
-¿Me estás invitando a comer?
-Solo digo que si me compras la crema que quería no tendría problema.
Este chico era un imbécil, pero ya me caía bien.
-Bien. Solo porque me da asco tu brazo, amigo.
-¿Ya somos amigos? -dijo mas extrañado de lo que lo había escuchado nunca.
-No me presiones.
Y salimos de allí. Primero al parque para curar la herida. Sentados en una banca mientras la gente nos veía preocupada cuando pasaba. Una de las señoras se acercó a decirnos que teníamos que poner una curita antes de las vendas, así que regresamos a la farmacia y luego fuimos a la pizzería.

Hey BlueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora