ESCENA UNO. MISIÓN

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Cybertron

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Cybertron. Montañas de hierro. Kaon


EL LUGAR ERA TRANQUILO, el aire era leve mientras agitaba algunos árboles con sparkflowers. Definitivamente las montañas de Hierro eran un lugar idóneo donde esconderse o simplemente perderse un rato, mientras las estrellas de Cybertron iluminaban con diversas tonalidades y colores el lugar que casi parecía un paraiso, a demás, lo bueno de aquel sitio es que nadie podía molestarlo mientras entrenaba, pues la señal se perdía entre tanto metal que impedía la transmisión de información debido a la composición de las montañas de la capital Decepticon. La katana fluía con la brisa del viento con una precisión tan certera...tan concentrado y elegante, parecía mentira que aquello fuera un arma y no un instrumento de Primus. Aguantaba el equilibrio sobre una piedra de metal mientras la katana se movía despacio, la respiración estaba controlada mientras la satisfacción con la que el instrumento se manejaba dejaba satisfecho al mech. Hacía unos ciclos podía recordar esa misma katana manchada con el energon de sus enemigos, recordaba los gritos agónicos y el silencio aterrador de su arma filosa atrevesar los cuerpos, mientras arrancaba cables, válvulas y desmembraba sin miramientos. Recuerda muchos de los rostros, y algunas designaciones de sus víctimas quienes gritaban desesperadas por ayuda o algo de misericordia por parte de Primus. Já, Primus...si supieran que en aquella aldea no había nada que Primus quisiera ver...allí solo estaban los hijos de Unicron. Los Decepticons, pero los Decepticons que atacaron aquella aldea no se podrían a comparar con nadie, excepto con uno. Un único soldado, un asesino despiadado que se dedicaba al disfrute de ver a sus víctimas ahogarse con su propio energon hasta morirse

Deadlock. Asesino, el mejor Decepticon de Megatron. O al menos eso se rumoreaba

Llevaba siglos bajo las órdenes del tirano plateado, y desde su ingreso a las filas Decepticon, el samurai de colores negros, rojos y amarillos no había fallado ni una sola vez, ni una sola misión. 107 misiones completadas con éxito con innumerables víctimas a sus espaldas, incluyendo a femmes y sparklings. El samurai no tenía género, no sentía pena, no sentía miedo. En el fragor de la batalla solo estaban ellos y él. La katana, el mech que la sostenía y los enemigos, cientos, miles de ellos. Pero todos acababan de la misma manera, muertos, ya fuera decapitados, demembrados o simplemente desangrados. No importaba, Deadlock siempre los mataba a todos

El mech suspiró. Se sentía tan tranquilo y sereno allí arriba. Nada parecía poder interrumpir su calma. Al terminar su rato consigo mismo, el experto asesino guardó su katana y se dejó caer por la montaña de hierro mientras una macabra risa se escapaba de sus labios. Aquello era divertido, pero mucho mas lo era el ver como los ópticos de un sparkling se apagaba ante sus ojos...o el ver como una femme gritaba desesperada poco antes de ser atravesada por un objeto filoso y brillante. Al terminar el descenso Deadlock cambió a su modo vehicular y tomó rumbo a la base Decepticon. Entonces en medio del camino una transmisión lo interrumpió

𝙈𝙐𝙍𝘿𝙀𝙍𝙀𝙍 ↬ ᵈᵉᵃᵈˡᵒᶜᵏ/ᵈʳⁱᶠᵗ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora