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-¿DÓNDE ESTABAS?.-gruñó Starscream.-¿Y qué te ha pasado?
El samurai se encontraba irritado. Puto Seeker...
-Los neutrales opusieron resistencia.-respondió.-Y a dónde me marche no te incumbe en lo más mínimo rastreador, el trabajo está hecho.-dijo de mala manera
El Seeker no dijo nada, gruñó por lo bajo. Deadlock ni siquiera esperó a que respondiera y se retiró. Starscream odiaba a muerte a aquel mech, sabía que no tenía nada bueno, y que era peligroso, pero para Megatron aquel rebelde era útil, un arma perfecta
El rastreador observó como el negro desaparecía cuando dobló una esquina
-Maldito cabrón...-murmuró con fastidio, después adoptó su modo vehicular para marcharse de allí
El desobediente y firme samurai se dirigió a entrenar al simulador. Un lugar perfecto cuando quieres matar a alguien. Al llegar a la zona de entrenamiento se dio cuenta de que estaba solo. No había nadie, supuso que todos estarían celebrando la victoria de la caída de Blaster City. Excepto Megatron y él, todos los demás estarían emborrachándose, tirándose a femmes...
Lo más gracioso de todo es que esa victoria en realidad pertenecía a Deadlock, él había matado a más de la mitad de los supervivientes en cuestión de minutos, arrasándo todo a su paso mientras que los retardados soldados del mech más poderoso de Cybertron estaban tan solo por el principio de la ciudad. Era tan estúpido celebrarlo, tan absurdo
Encendió el simulador y puso el siguiente nivel de su entrenamiento. El nivel Gamma. Como una impresora 3D mas de dos docenas de enemigos se materializaron frente a sus ópticos. Deadlock preparó su katana y sonrió, y esperó a que los enemigos se le vinieran encima antes de atacar con la fiereza de un Predacon
(***)
Había caído la noche. En Cybertron a penas salía el sol, tanto humo en tantas zonas del planeta habían cubierto el cielo del planeta de un color oscuro, casi negruzco. Cuando el Sol salía casi parecía una bendición de Primus. Así que en Cybertron casi siempre estaba oscuro, por lo que parecía ser de noche todo el tiempo
Deadlock salió de la sala de entrenamiento con sigilo, había entrenado un par de horas y aunque no estaba verdaderamente cansado tenía un asunto que atender. No quería llamar la atención de nadie, mucho menos del hijo de puta de Starscream. Aquel caza era un verdadero agujero en el maletero, siempre estaba observando, y ni que decir de Soundwave, el jefe de comunicaciones de Megatron y fiel amigo del tirano desde tiempos remotos. Esos mechs eran buenos en lo suyo, no se podía negar. Así que el samurai se andó con precaución en todo momento, esquivó a los guardias y cuando tuvo oportunidad, se escabulló por la puerta principal mientras desaparecía entre el humo y las sombras de la noche a la velocidad de un rayo
