4: "Puertas de la libertad"

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No había vuelto a intentar cruzar la puerta desde que había sido arrojado como mosquito dentro de su cuarto. Ahora se limitaba a mirarla con determinación—y enfado—a aquella puerta provocativa, tentadora y peligrosa.

—Aquí no me puedes hacer daño, eventualmente encontrare la forma de cruzarte—afirmo mirándola determinado.

Parecía que habían pasado días, pero no lo sabia con exactitud, su reloj interno no estaba funcionando.

"El tiempo es relativo" pensó o ¿lo había hecho alguien mas?

Se levanto de la cama con la ropa recién estrenada—el anterior conjunto no sobrevivió por desgracia—y fue de nuevo a su rincón favorito, el escritorio.

—¿Qué vamos a hacer el día de hoy?—se pregunto con entusiasmo antes de observar su hoja de actividades.

Hoja de actividades:

Ormes: Hacer inventario, realizar nuevas observaciones de las imágenes, observar por cambios, dormir.

Lenis: Armar y desarmar rompecabezas, hacer la cama, observar por cambios.

Iresve: Organizar armario, buscar cosas, ver las estrellas fluorescentes e identificarlas, dormir.

Varno: Leer cinco capítulos de un libro, dibujar, escribir información nueva, dormir.

Estir: Observar puerta provocativa, tentadora y peligrosa; idear una manera de salir, hacer pruebas sin lastimarse, leer dos capítulos.

Rufer: Anotar conclusiones de O.L.I.V.E.R y hacer una revisión general.

No le había surgido la necesidad de inventar su propio horario, pero después de que resolvió todos los ocho rompecabezas, estar a nada de gastare por completo la tinta de su única pluma y darse cuenta de que solo le faltaban por leer dos de los diez libros que estaban semi ocultos en su armario; le llego una epifanía.

Tenia que dejar de evadir esa puerta provocativa, tentadora y peligrosa, y ponerse manos a la obra. Abriría de nuevo su investigación.

Oliver amaba los Iresve, casi no tenia que concentrarse en la salida sino mas bien, en los tesoros que ya tenia en su preciada habitación.

Se dirigió con un entusiasmo renovado a su armario, como siempre lo hacia, evito mirarse al espejo y empezó a sacar todo lo que había en el armario de nuevo. No era la primera vez que empleaba el sistema O.L.I.V.E.R en su tiempo, si mal no lo recordaba, era la doceava vez que lo hacia.

—Aquí vamos... de nuevo.—suspiro—.Sacando gancho numero uno...

Siguió enumerando en su mente cada cosa que sacaba de su familiar armario, cada vez con menos entusiasmo hasta que dejo de hacerlo.

Cuando saco lo ultimo que habitaba en ese armario—unas hojas de papel—al fin lo admitió después de retenerlo por tanto tiempo.

—Esto es... ¡Aburrido!—Dejo escapar un sonido gutural y camino de un lado al otro, estresado—. ¡No se puede hacer nada, simplemente nada! Fue un reto fingir que esto estaba bien y vivir como un chico feliz ENCERRADO aquí, pero no, es que no. ¡Ya no se puede! Y lo peor es que ¡no puedo cruzar esa maldita puerta ahora mismo porque me electrocuta!—se detuvo enfrente de la puerta antes provocativa, tentadora y peligrosa, furioso—¡¿Cuál es tu maldito problema?!

Se dejo caer al piso derrotado y paso ambas manos por su cara y cabello, estaba estresado, encerrado y se sentía totalmente impotente.

Odiaba eso.

Y por primera vez, se sintió disgustado con la habitación.

—Necesito salir, necesito salir—repetía balanceándose sobre el piso—necesito salir, necesito...

OlvidadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora