XI

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La lluvia apagó el fuego esa noche.

Briana permaneció toda la noche arrodillada, se castigaba por lo ocurrido, pero no era estúpida, sabía que algo o alguien estaba detrás del fuego.

Su padre siempre tenía precaución con esas posibilidades, jamás encendía fogatas que no pudiera controlar y se aseguraba de que nunca quedaran restos de fuego.

Cuando la lluvia la empapó al igual que los cimientos de su hogar, ella recuperó un poco de fuerza y se levantó.

Caminó por la casa buscando cualquier indicio que le quitara o diera esperanza, algo, también buscaba la causa del incendio.

Después de algunas horas, encontró un bidón de gasolina en la parte de atrás. Sus sospechas se confirmaron. Llevó el bidón a su nariz y se concentró en los olores, su madre le había enseñado a agudizar sus oídos al asecho de presas, un ligero olor a tierra y pelo le dio pistas, pero fue el intenso olor a grasa lo que lo confirmo. 

Hienas. 

Esos malditos seres detestables, los mataría, los quería a todos muertos, maldecía el momento en que la diosa decidió que aquellos repugnantes seres merecían el don.

Su lobo empezó a tomar el control, pero algo debajo de las tablas la detuvo. No reconoció la silueta hasta que se acercó. Era el brazo de la señora.

Las lágrimas acudieron de nuevo, pero las contuvo. Lloraría, por la diosa que lo haría, las mejores personas de su vida se habían ido y merecían que alguien les llorara, pero ahora debía enterrarlos.

Sacó los restos de la señora y buscó desesperadamente los del señor. Luego escarbó con sus propias manos un par de lapidas, no le importó la sangre y el dolor que sintió cuando sus uñas cayeron ni cuando sus manos se despellejaron, al final enterró a sus padres juntos.

"Vamos, querida, la pequeña salvaje se sabe cuidar sola. Pronto no necesitara a sus viejos"

Quería gritarle que se equivocaba, los necesitaba, los necesitaba mucho, pero ahora ellos no estaban y no tenía idea de que hacer. Quería ir y manchar con sangre la tierra de los Hyaenidae. Quería hacer mil locuras y destrozarlo todo hasta que fueran otra raza extinta. Pero no podía hacerlo sola y solo una persona en toda la ciudad tenía el poder de vengar a sus padres.






Sabía que debía avisar a Matthew, el joven veía a sus padres como suyos y se sentía muy agradecido con ellos por abrirle las puertas, pero no tenía fuerzas para hacer eso.

Por primera vez en su vida se sentía derrotada.

Subió los escalones y tocó la puerta de la casa del alpha. Pasaron minutos y nadie abría, así que volvió a insistir... nada... Intentó e intentó. En algún momento se encontró gritando y pateando la puerta, hasta que el hijo abrió.

- ¡¿Que rayos haces?!- preguntó molesto el joven por tanto escandalo

Ella no contestó y lo empujó lejos, él rápidamente se convirtió e intentó atacarla, pero ella lo alejó y subió buscando al alpha.

El hombre salió ante tanto escándalo y cuando vio a su hijo en el suelo pensó que alguien había venido a desafiarlos, luego vio a la muchacha en medio del pasillo y sus dudas se intensificaron.

"¿Vino por mi cabeza? Que estúpida por intentarlo"

Estaba a punto de transformarse cuando escuchó hablar a la joven

-Los mataron, mataron a dos personas pertenecientes a tu manada, deben hacer algo

Podía notar la ira y la tristeza manar de su voz, la joven se veía agotada y parecía que colapsaría en cualquier momento en su sala.

- ¿De qué hablas? - preguntó más tranquilo al saber que no había ninguna amenaza

- ¡Las malditas hienas mataron a dos integrantes de tu manada! - gritó colerizada y sus gritos rebotaron en las paredes, incluso creyó que algunas ventanas estarían agrietadas. Sin duda es alpha pensó el hombre.

- ¡Tranquilízate! - le ordenó, pero la muchacha no obedeció- ¿Quiénes fueron asesinados?

-La señora Aldara y el señor Lucas- contestó la joven, mientras sentía un nudo en la garganta al decir sus nombres

- ¿Quiénes?

Quería matar a ese hombre que no merecía ser alpha si ni siquiera lograba recordar el nombre de los miembros de su manada

-La pareja que vivía a las afueras- contestó mientras tragaba la bilis

- ¿Los granjeros? - ella asintió incapaz de seguir hablando, sentía que si decía algo más terminaría matando a todos los presentes- Vaya, pobres viejos...pero lo siento no puedo ayudarte, ellos no eran parte de la manada

Sabía que era un error, él jamás la ayudaría, fue una estúpida al pensar si quiera que lo haría.

Su lobo iba a emerger, lo sentía arañando la superficie y ella no lo evitaría. Dejaría que se alimentara con la sangre de todos ellos. Pero de repente sintió el aroma.

"Hiena"

Esos seres habían estado ahí, en la casa del alpha.

La claridad regresó a su mente. Al parecer abandonarla, matar a su madre y dejarla a morir no era suficiente martirio en una vida, su padre necesitaba que ella sufriera más. Bien... que así fuera.

No podía matarlo en su casa, así ellos quedarían como mártires y ella como la malvada, sus padres merecían más.

-Lo entiendo, lamento las molestias

Salió de la casa, pero volvería. Volvería dispuesta a destruir a esa familia entera. Les regresaría cada una de sus lágrimas y se encargaría de que todos sufrieran una muerte dolorosa. Los mataría y los expondría como la basura que eran.





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Vienen cosas emocionantes. ¿Qué hará Briana?

Ya estamos cerca del final de la historia.  😱

Pero recuerden, aun quedan cosas por descubrir e historias por leer en esta saga. 🤩 

La Alpha (Los hijos de la Diosa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora