P R E G U N T A

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Son días difíciles para mí últimamente. Después de que cumplí mis 18 años, el mundo, la vida, me mostraron tantas cosas de maneras tan certeras, y mi mentalidad no era la adecuada, no estaba listo para soportar tales cargas y golpes emocionales.

Desde muy temprana edad he sabido tantas cosas que quizás para un niño pueden ser fuertes e incluso traumáticas.

Siempre me había preguntado por qué los adultos son tan tontos; por no decir algo más fuerte.

Desde siempre he querido tener y saber las respuestas de todo, porque la verdad oculta tras los hechos es intrigante.

Conforme fui creciendo, tenía más y más preguntas sobre la vida, sobre religiones, moral, sobre la sociedad, la humanidad y sobre todo, de la introspección. Cada uno de estos temas hacía que me adentrara más en un laberinto de preguntas de las que no sabía que la respuesta sería un mar con fuertes olas que me arrastrarían hasta lo más profundo de mi persona.

Mientras seguía en mi búsqueda, muchas personas se interponían, y esto era por diferentes razones. Por miedo a que alguien supiera o estuviera cerca, quizás también por protección propia y mía.

En fin, muchas veces me quisieron dañar moral y mentalmente y que muchas cosas de las que hacía y buscaba era algo malo, pero, si todas esas personas se juraban de santas ¿qué miedo podrían tener si nunca habían hecho algo malo?

Para mi sorpresa, esto me llevó a una revelación que en su momento fue mi apogeo en este maldito e interminable juego de preguntas.

Quienes se tachan de buenos, de impecables, son las personas con más secretos del mundo y los que menos han logrado cosas buenas que esperan cierta aprobación para no sentirse tan miserables con sus actos porque saben que no hay muchas cosas buenas en ellos. Y que, aquellos que no presumen de absolutamente nada, son personas que han tenido tantos fallos y se han enfocado en reconocerlos y en solucionarlos o volverse mejores de lo que creían ser antes. Que por dentro saben que obran y hablan bien, y que por fuera no lo demuestran por pena o porque les cuesta aceptar que realmente son personas muy buenas.

Una canción que me inspiró en parte para poder escribir esto me enseñó algo.

La respuesta es caprichosa, traviesa. Se esconde en todos lados y al mismo tiempo está a simple vista. Puede estar en un viaje, en una persona que jamás pensaríamos que estaría para nosotros, en una plática, en un trabajo, en un paseo, en una fiesta, en una canción que aún no escuchas, en consejos que tomas a broma, y en una infinidad más de lugares.

Los entiendo, está muy perro poder encontrar las respuestas, pero, todo ese camino que se recorre, al final vale la pena.

Todo ese proceso de búsqueda, puede dejar secuelas, y, te hace crecer, perder más inocencia y muchas otras cosas más.

Crecer es algo obligatorio, no tienes opción entre permanecer en ese mundo que para ti es fácil, alegre, o entre conocer el mundo real y tener secuelas por todos esos sucesos.

Muchos dicen que está de moda decir que se padece de ansiedad, carajo, cómo quisiera que fuese así de fácil, pero no.

Desde que tengo memoria padezco de esto y no sabía cómo se llamaba. No sabía que no era normal sentirse tan nervioso, pensativo, dudoso, inexpresivo, con miedo.

Me han dejado traumas a causa del miedo, me han hecho sentir indefenso e inseguro, y que si yo no me cuido, nadie me cuidará. Y eso no pudo haber sido tan correcto y tan falso. Es verdad, nadie me cuidará si yo no lo hago, pero eso no significa que existan personas que decidan meter sus manos al fuego por mí sin pensarlo.

La ansiedad, la cabrona no viene sola. Suele estar acompañada del insomnio, inseguridad y algunos otros desgraciados que te hacen la vida jodidamente difícil. Me han dicho "Todo es mental, no dejes que te afecte", carajo, no lo sabía, ¿por qué no entras a mi puta cabeza y solucionas lo que tanto se me dificulta?

Para colmo hay personas que la alimentan, personas egoístas y narcisistas que te pisotean más de lo que ya te has pisoteado tú solo.

A pesar de que todos los días lucho contra ella, eso no me ha detenido en tratar de comprender al mundo y en por qué todos son tan imbéciles; y no digo que yo no lo haya sido, pero, hay quienes exceden lo que comprende esta palabra.

Cuando me pregunto algo, muchas veces me topo con un callejón sin salida, y es frustrante, porque, quizás, solucionar ese problema te permita actuar de una manera diferente. No muchos lo ven así y se quedan estancados.

Hacerte preguntas es pedirle a la vida que te dé golpes tan fuertes y te deje llorando sin consuelo, con frío y miedo, pero no dejes que eso te detenga para encontrar esa paz que tanto anhelas. El precio no es nada si lo comparamos con eso. Es una guerra interna en la que sí o sí debes de ganar aunque sean altos los riesgos.

CONTRADICCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora