R E S E N T I M I E N T O

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No sabía si escribir un poema o dejar que las palabras fluyeran, pero, al final, me decidí por extender esto que me acompleja.

Esta sensación, donde nada te enoja, solo te pone muy emocionalmente triste, frágil, sensible...

Es de las peores cosas que se pueden llegar a sentir, porque, todo comienza con felicidad absoluta y acaba en tristeza extrema.

El resentimiento es uno de mis peores defectos, porque aunque me obligue a olvidarlo y seguir avanzando, no puedo. Todo esto que leen, fue escrito durante madrugadas, con lágrimas en los ojos por culpa de esto. Ser herido, traicionado, lastimado, por personas que te importan, son recuerdos que no dejan mi mente en paz. Son recuerdos que me torturan, dejándome pensativo hasta que sale el sol, con el cenicero, el humo, las cenizas cayendo y un RedBull acompañándome mientras me desahogo llorando, gritando, desesperado por cargar más peso en mi espalda del que puedo soltar...

Hay cosas que personas cercanas a mí no saben, no conocen, como por ejemplo; la razón por la que comencé a escribir, por qué, y cómo ha influido la música y la poesía en mi vida.

Comencé a escribir hace un poco más de 11 años. Estaba en el catecismo en la iglesia de mi pueblo, se acercaba el día de las madres. Recuerdo que llevaba una libreta de marcos negros con líneas amarillas en el interior. Cuando comencé las primeras palabras, terminé llorando, no pude escribir. Y lo poco que quedó, se lo dije a mi mamá, por ella comenzaron mis primeros versos, y hoy, sigo sin poder recitarle algo a mi mamá sin que termine así.

Al poco tiempo, recuerdo que, por problemas personales, que me hicieron sentir mal, decidí intentar redactar algo nuevamente. Se sintió bien sacar todo, aunque, no era bueno, obviamente, no sabía estructurar, rimar, nada, pero la primera vez nunca se olvida.

Desde que tengo memoria he tenido problemas controlando lo que siento, no sabía cómo se llamaba o se le decía padecer algo así. Hasta que aprendí que se le llama ansiedad. Lamentablemente, el resentimiento alimentaba mi ansiedad, desmoronándome poco a poco. Hasta la fecha sigo sin saber qué pensaban mis papás al respecto, porque, siendo honesto, no lo tomaban a bien, lo veían como algo raro, y si ellos no sabían que coño pasaba conmigo, pues yo menos.

Como todos sabemos, la ansiedad lleva a la depresión.

Nunca la había experimentado al cien, pero, como todo va cambiando, vamos creciendo y experimentando, conocí a una chica en la preparatoria que me hizo demasiadas cosas feas, nadie nunca me había lastimado como ella, no entendía qué estaba haciendo mal, yo, pendejamente creía que me quería, y me daba unos viajes emocionales ridículos.

Por ella experimenté por primera vez esa horrible sensación, todo lo malo que me hizo me hacía sentir cierto rencor hacia ella, pero no llegaba a tal grado.

Pero lo que sí excedía mis límites, eran mi ansiedad y mi depresión. Tanto que, un primo me acompañó a buscar ayuda psicológica, mis papás estuvieron de acuerdo, fueron conmigo a mi primera cita con la psicóloga, muchas cosas salieron a la luz, y por cuestiones escolares ya no seguí yendo, pero, lo que me enseñó esa mujer, de vital importancia para mi futuro, fue escribir, me pidió componer un poema desquitando todo lo que tengo dentro.

En mi punto más crítico de mi ansiedad, y el resentimiento tan alto que tenía, dejé de comer, me volví frío, cerrado, orgulloso. Simplemente me aislaba.

No sabía qué hacer, no podía con mis pensamientos, con nada...

Temía que esto pudiera llegar a mayores, el sentirse insuficiente por todo ante todos, era algo que me aterraba que no sabía qué camino tomar, con quién ir, cómo avanzar...

En aquel entonces, cualquier salida era buena para mí.

Mi familia temía que dejara una nota diciéndoles que "los quería" y no volvieran a verme. Esa nunca fue una opción para mí. Pero a lo que más miedo le tenía, era el dar malos pasos, nunca los di, afortunadamente.

Lidiando con la lucha emocional interna, decidí sacar todo escribiendo, y así fue, saqué todo. Escribí versos, poemas, frases, tantas cosas que, jamás han visto la luz en mis trabajos.

Mientras más escribía, más libre era, más contento me sentía, a pesar de mis inseguridades, supe cómo seguir un camino sin que nadie me dijera que lo tomara.

Así, día con día plasmaba mis pensamientos en escritura y hubo un punto en el que sentí presión personal por no saber escribir como otros, por no escribir tanto como otros lo hacen.

Forzaba mi inspiración; grave error...

Ahora tenía resentimiento por no poder tener más imaginación como otros grandes artistas.

Decidí probarme y comencé a escribir dos historias, las cuales hasta la fecha siguen sin tener un final.

Ambas obras eran de alguna manera un punto de vista propio de como me gustaría que fuesen algunas cosas, pero, al final no supe cómo seguir con todo eso y opté por seguir estructurando rimas...

Ha sido un sentimiento que siempre he permitido que me limite ante todo lo bueno que tengo delante, pero ya fue suficiente, pues, soy lo único que se interpone entre lo que me gusta y lo que quiero lograr...

CONTRADICCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora