Tras despedirme de las tres chicas huí del aula de historia como un auténtico terremoto y bajé las escaleras saltando de dos en dos. Cuando salí y dejé atrás la puerta roja del instituto, el calor me impactó en la cara como un puñetazo e hizo que empezará a sudar casi inmediatamente.
Cuando llegué al aparcamiento del instituto, que estaba situado justo en la parte de atrás, mi hermana estaba apoyada en el lateral de su coche mirando el móvil. El ochenta por ciento de las chicos se la quedaban mirando y eso me ponía realmente incómoda algunas veces.
-Clío, ya estoy -avisé abriendo la puerta del copiloto.
-¿Qué tal el día? -guardó su teléfono y entró en el coche conmigo.
-Conocí a unas chicas simpáticas, te gustaría conocerlas -le respondí mientras abrochaba mi cinturón.
-¿Y fuiste capaz de hablar con ellas?¿Cara a cara? -preguntó con sorna, arrancando. Puse los ojos en blanco y solté una carcajada.
-Pues sí, he sido capaz de hablar con ellas. Incluso me han invitado a quedar con ellas el fin de semana.
-Se acerca el apocalipsis.
Llegamos pronto a casa puesto que no estaba muy lejos del instituto donde mi madre me había matriculado. Supuse que ella aún no había llegado de trabajar, lo significaba que Clío debía cocinar. Y eso nunca era bueno.
-¿Y qué tal tu primer día en el trabajo? -mi hermana había acabado de estudiar un año antes y se había negado a ir a la universidad. Mamá la había amenazado entonces con echarla de casa si no encontraba al menos un trabajo decente y ella aceptó enseguida. No le costó mucho conseguir un puesto de camarera en uno de esos restaurantes de comida rápida de la ciudad.
-Bastante bien, mi jefe es un encanto de hombre -respondió con ironía- pero aparte de él, mis compañeros me caen bastante bien. Hay un chico, Alex. Creo que te caería bien.
-Supongo -solté mis cosas en la entrada y me quité las botas para poder calzarme mis zapatillas de dinosaurios.
-¿Entonces vas a salir el fin de semana? -su voz me llegó amortiguada desde la cocina.
-Sí, con las chicas que te dije antes.
Me dispuse a ayudarla para que no incendiara toda la casa. No sería la primera vez que pasaría.
-¿Debo preocuparme? -frunció el ceño en mi dirección mientras sacaba la pasta del cajón.
-Para nada, lo tengo todo controlado por ahora -le sonreí- ¿Sabes cuándo llega mamá?
-Ni idea. Esta mañana le mandaron un mensaje diciendo que no iban a publicarle el libro.
-¿En serio?¿Después de todo no van a publicárselo? -la miré sorprendida. Mi madre llevaba años escribiendo ese libro y había dedicado la mayor parte de su tiempo a mejorarlo. Ella no hizo ningún comentario.
Pasamos el resto de la comida riendo de las estupideces que me contaba sobre su jefe. Era sorprendente lo que había mejorado nuestra relación en los últimos años.
-Ese hombre se queja por todo -bufó ella con una mueca de desesperación mientras yo reía sin parar- ya no puede una ni siquiera mirarse al espejo en paz -su tono irónico me hizo soltar una carcajada aún más fuerte.
-Supongo que no es lo ideal para hacer mientras trabajas -me encogí de hombros mientras comenzábamos a guardar las cosas en el lavavajillas.
-¿Cómo quieren que lo sepa? Es la primera maldita vez que me dan un trabajo real -ambas reímos de nuevo- ¿Te hace jugar un rato a la Play?
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101 ways to die
Teen Fiction"Son raras y están locas, lo sé. Pero son mis amigas y si te metes con ellas te metes conmigo."