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— zanahorias— Jungkook se asomó mirándolo con un gesto interrogante pero Kim no le devolvió la mirada — si el señor Park estuvo aquí, tuvo un pésimo día...—.

Jungkook se acercó abriendo los ojos ante el aspecto en aquella parte del coche.

— son marcas de zarpazos...— el pelirrojo lo miró preocupado — ¿Habías visto algo como esto antes?—.

— no— solo las había visto en las películas de terror sobre esos híbridos que tenían mente psicópata ¿el señor Park había sido atacado por un asesino?

— ¡Espera!— Jungkook se inclinó dentro del auto y cogió una cartera que se hallaba tirada debajo de uno de los asientos — Kim, mira—.

Los dos observaron la carta de identificación, el simpático rostro del señor Park sonriendo hacia ellos y al lado en negritas su nombre completo.

— Es él, es el señor Park— Taehyung frunció el ceño olfateando, algo en el aroma de ahí...

— Estuvo aquí sin duda— Jungkook siguió hablando y Taehyung se adentró a la limusina completamente y se acercó a la nevera del auto, intentando abrirla — ¿Qué crees que le pasó?—.

El zorro gruño al no poder abrir la nevera y esta vez se dirigió a los compartimentos para vasos. Tomo uno y miró con preocupación el sello, una B en grande y con decoraciones adornaba el vaso de cristal.

— espera un momento— Jeon frunció el ceño — osos polares, limusina blanca, vasos grabados...— el oficial encogió sus hombros sin entender — ¡Ya sé de quién es el auto!—.

Taehyung se bajó del auto y jaloneo al conejo pero este no se movió.

— ¿Por qué?¿¡De quien es!?— el carnívoro le gruño y sigo jaloneandolo con fuerza.

— es uno de los criminales más poderosos de tundratown, su nombre es Baekhyun y yo no le caigo bien, así que ¡hay que irnos!— tiro del menor con tanta fuerza que lo hizo tropezar, Jungkook se soltó bruscamente bufando y lo empujó.

— no voy a irme, es la escena del crimen y aún necesito tomar evidencia— El otro rodó los ojos exasperado y se volteo, comenzando a caminar.

— bien, pero apúrate, yo vigilo— el conejito sacó su teléfono y comenzó a sacar fotos, además de guardar la cartera en otra bolsa de plástico.

Tomo fotos de la cartera, de las marcas, del lugar en general, del vaso y de la placa de la limusina y asintió satisfecho para si mismo.

Cuando guardó su teléfono oyó un golpe seco y alzó sus negras orejas, quedándose petrificado ante aquello.

— ¿Taehyung?— su voz sonó tan baja como el murmullo del viento así que carraspeo y volvió a intentar.

— ¿¡Tae!?— cerró la puerta del vehículo y llamó un poco más fuerte pero no hubo respuesta, su ceño se frunció.

— ¡Tae, no es gracioso!— Jungkook siguió llamándolo en voz baja y se agachó para asomarse por debajo del carro. Contuvo un sonido de sorpresa ante lo que se encontró.

El pelirrojo estaba tirado sobre la nieve y una mancha roja se encontraba bajo su cabeza. El azabache negó, conmocionado, sus orejas bajaron completamente. Al lado del zorro había otro hombre con un bate de metal, era enorme y por lo que Jungkook alcanzaba a ver, el hombre era un híbrido de oso polar.

Sus labios temblaron al oír el click detrás de él y alzó sus manos cuando sintió el arma fría pegarse a su cráneo.

Mierda.

— levantate, conejo—.

El oso lo jalo del cuello de su uniforme y lo estrelló contra el auto, atando sus manos con unas cuerdas, Jungkook no peleó.

DISTOPÍA | taekook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora