Transmisión.

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Ares sobrevolaba una vez más la zona del desastre, repasaban por el lugar en el que antes hubiesen recogido a algunos jóvenes y al maestro de ellos, tenía que encontrar a los demás. Miro una vez sobre la zona hasta que algo en el cielo llamo su atención. Una bengala.

—Les dije que serían útiles, pringados —Su pecho se llenó de un calor abrumador, sabía que tenía que ser uno de sus hijos el que estuviera ahí abajo.

Y su pensamiento no estaba errado, unos kilómetros o metros más allá de dónde había comenzado su búsqueda estaba un árbol en el que se encontraban ahora Clarisse, junto con Travis, Drew y una chica más llamada Valentina a la que recién habían logrado sacar del agua.

—El helicóptero nos ha visto —Anuncio la castaña con algo de emoción —Les dije que seria útil —

—Me preocupa sólo el hecho de que tenga mi nombre escrito en uno de sus lados —Decía Travis, Clarisse le sonrío mostrando los dientes.

—La quería para algo más, por eso la he guardado en mi chaqueta —El chico se estremeció, más que por el frío de estar mojado, por la mirada de ella.

Ellos estaban felices de ser rescatados, por fin saldrían de ahí, Clarisse se alegro aún más de ver quién era su rescatista. No sé había sentido tan orgullosa de ser su hija como en ese momento.

—Haber —Ares los miro, los contó y saco el arnés —¿Quien va primero? —

—La asiática, porque temo que se rompa antes de que puedas bajar de nuevo —Se burló ella señalando a Drew, esta sólo la miro mal.

—Vale, ahora ponte esto y sujetate fuerte —Drew obedeció, por primera vez en su vida no se quejo de absolutamente nada, se dejo asegurar —Vendré por los demás —Tiro de la cuerda y comenzaron a ser subidos.

Clarisse los veía desde su lugar, esperaba que su hermano estuviera a salvo, lo deseaba más que nada.

Leo en otra parte estaba terminando su pequeño aparato, apretaba las tuercas lo mejor que podía, tenía que terminarlo pronto. De vez en cuando veía hacia el otro árbol, Calipso era quien estaba ahí, era a quien Frank había sacado del agua y puesto en el árbol, lo sabía, ella gritó su nombre, sólo dijeron quienes eran ahora sólo veían a donde estaba Frank.

Estaban preocupados, no se movía desde hace un rato y no podían acercarse, no había forma de llegar al árbol en el que el estaba.

Así que Leo lo decidió, si este iba a ser el final de ellos, entonces al menos quería enviar un último mensaje a todos. Para eso usaría su aparato.

—Trabaja, Leo, trabaja, haz lo mejor que sabes hacer —Murmuraba para si mismo una y otra vez mientras enredaba y desenredaba los cables sobre el pequeño tablero, había desarmado su pequeño altavoz y estaba usando sus piezas. Agradecía que siempre pusiera todo en bolsas impermeables.

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Hefestos era un hombre poco agraciado, siempre lo había sido, así que no sabía cómo es que había conseguido dos mujeres que lo amaran como lo había hecho, primero había sido Helena Beckendor con la que había estado algunos años, tuvo a su primer hijo con ella, su querido Charles. Lamento su muerte prematura debido a su debilidad en el momento del parto, pero aún así el lo había resistido porque tenía que cuidar de su hijo, era todo lo que tenían, sólo se tuvieron el uno al otro por cuatro años, luego había llegado Esperanza.

Tal como su nombre lo decía, ella trajo una esperanza de vida con su llegada y poco tiempo después tuvieron a su pequeño Leo. El adoraba a sus hijos, también la adoraba a ella, pero el fuego en el taller se la había arrebatado, con ello sólo trajo tristeza.

Un gran viaje [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora