CAPITULO XI

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-"Maldición, ¡como es que su poder aumento tanto!" -Vegeta estaba acorralado, nunca pensó que su oponente lo superaría de tal manera.

-¿Que pasa pasa? Hace unos momentos estabas confiado de tu poder, ¡¡al final solo eres una sabandija!! -El demonio sujeto a vegeta del cuello con su cola. -Pero no te preocupes... Yo te daré el descanso eterno -El tipo alzó una mano y creo una pequeña esfera de ki con la intención de acabar con la vida del principe.

...

-¿Que pasa, hermanito? -. Sharotto le tendía la mano a su hermano para que se levantará del suelo.
Vegeta a regañadientes aceptó el gesto de ella, claro que nada conforme con ello.

-No pedí tu ayuda, yo solo puedo con el. -Su respiración era forzada, se notaba el cansancio y desgaste de poder. Sin duda alguna esa faceta de su hermano le hacía hervir la sangre a la princesa.

-Increíble, ese ataque me dolió. -Ambos príncipes lograron divisar la figura del demonio del frío. -Tu debes ser la famosa princesa... Sin duda eres preciosa, será un placer hacerte mi esclava.

-Creo que ese ataque te afecto demasiado como para creer que tienes siquiera la mínima oportunidad contra nosotros. -Le respondió Sharotto.

...

La batalla había continuado... Ambos príncipes en la transformación de super sayayin.
Sin duda los roles habían cambiado, las cosas estaban más parejas. Al menos por los momentos.

Sin duda la batalla era brutal. El lugar no soportaba el feroz combate que estaba llevando a cabo el lugar.

Sería una lástima acabar con tan poderosos guerreros. ¿Por qué no se unen a nosotros? Serán conocidos por todo el úniverso, tendrán un sin fin de planetas, incluso una galaxia. —El tirano esquivaba los golpes de ambos saiyajines con algo de esfuerzo.

Jah, estas loco si crees que haríamos algo así. —El cansancio se notaba en la voz de la princesa, su respiración era pesada. Vegeta por otra parte estaba igual o peor.

Tan solo mirense, están al límite, yo puedo seguir con esto por horas de ser necesario. Nunca tuvieron la más mínima oportunidad de ganar. —Ambos saiyajines querían llevar la contraria, más en realidad si tenía razón, estaban al límite.

La impotencia llegó a sus cuerpos, ¿Acaso perderían? No, no había tiempo para eso. Tenían que darlo todo.

—¿Tienes idea de quién soy yo? —La voz de vegeta resonó en el lugar, no era como la de siempre, esta vez había algo más. —Yo soy, el hijo del Gran Rey Vegeta, ¡El príncipe de los saiyajines, Vegeta! ¡Y si crees que me has derrotado no pudiste estar más equivocado.! —Sharotto miraba con asombro a su hermano. Tal vez no era solo un idiota sin remedio.

Es una lástima... —El demonio de frío se puso en guardia. Aún tenía esa confianza en su rostro, se burlaba de ambos guerreros. —!Vengan!

El combate volvió a iniciar, pero esta vez no había una diferencia, el combate era parejo. El demonio se esforzaba por esquivar los golpes de Vegeta, pero a la vez no podía dejar de lado a Sharotto, la sincronizacion de ambos guerreros era perfecta, no por nada eran hermanos y guerreros de élite.

El demonio cada vez estaba más desesperado, tal vez su desgaste de energía no era tan elevado, pero estaba siendo humillado por esos miserables saiyajins.

Sharotto lanzaría un golpe al rostro de este, habia sido demasiado predecible, o eso parecia. El demonio esquivo el ataque girando hacia la derecha, pero vegeta ya lo estaría esperando, conectó una patada en la costilla de este lanzandolo hacia una gran montaña haciéndola pedazos en el camino.

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