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—¿Me lo prestas?—el pequeño se sentó junto a la callada niña, le parecía raro que fuese la única que no estuviera jugando junto con los demás. La pelinegra se giró molesta, arrugando su fina nariz, negó en silencio y volvió a jugar con su pala de plástico en la arena. Yejun hizo un puchero aburrido, la verdad era que también quería jugar con la arena—¿Pueto ju-jugar tigo?

—No—dio un paso hacia atrás, sin mirar al pequeño en frente—y no se dice así, es ¿puedo—habló seria—jugar  contigo?—dijo abrazando con fuerza su juguete.

—¿quieres jugar conmigo?  bien—Yejun río mostrando sus dientes feliz, había sido un juego que aprendió de su padre, según él a las niñas les gustaba tener la razón y siempre trataban de hacer todo perfecto, por lo que pensó que quizá la niña de la pala podría corregirle—¡Vamos!

—¡No quiero, eres malo!—la niña se levantó aún más molesta, su largo cabello se movió con el viento, Yejun la observó con atención, era una niña muy bonita. Las mejillas de Yejun se sonrojaron, le agradaba . La mayoría de las niñas eran desagradables, se pegaban a él con la explicación de que era muy tierno y parecía un cachorrito. No era su culpa.

Yejun persiguió a la pelinegra corriendo, algunos niños los miraron divertidos, uniéndose al juego que la bonita niña evitaba huyendo. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Ha-eun se giró chocando con el tierno castaño, su padre vendría por ella pronto y no quería que la viera con tantos chicos, los odiaba; eran ruidosos, sucios, comían como animales y nunca la dejaban tranquila. Obvio, su querido padre no estaba incluido de la lista.

—¡Déjame!—gritó la pequeña.

—¡Ha-eun!—la niña corrió más rápido, dejando caer la pala de plástico al césped, su padre estaba en la entrada esperándola. Algunos niños miraron con miedo al gran hombre en la puerta del parque de juegos, se detuvieron al fijarse en la mueca de molestía en el rostro del apuesto pero celoso padre.

Yejun siguió corriendo, pendiente de que sus piernas no se enredaran com las ramitas del suelo, aún era muy pequeño para correr como los demás chicos de su jardín, era dos años menor que los amigos de su clase, sus cortos tres años de vida le habían enseñado lo suficiente para saber que en cualquier momento podría caer y herirse, no le gustaba llorar porque su padre también lo hacía. A Yejun no le gustaba ver a su padre llorar.

Chocó contra algo suave de un segundo a otro, cayendo de espaldas, la niña bonita se escondía detrás de unas largas piernas, mirándolo enojada. Yejun se sentó el suelo, riendo, cerró sus pequeños ojitos sacudiendo sus pantalones.

—¿Y tú quién eres para perseguir a mi princesa?—Yejun levantó su pequeña cabeza observando al sujeto—Eres un bebé.

—Tengo tres—Yejun enseñó tres dedos al hombre, tratando de ver detrás a la pelinegra haciéndole gestos.

—Papi, ese niño no me gusta—al igual que su hija, el hombre arrugó la nariz  agachándose a la altura de los menores, mirando al castaño con visible desinterés.

—A mí tampoco—susurró tomando las manos de su hija, protegiéndola de un bebé de tres años riendo en el suelo—Si ella dice que no quiere jugar contigo, es porque no quiere.

—Sí—respondió juntando sus labios concentrado.

—¿Y por qué la seguías?—preguntó.

—Ella dijo que quería jugar conmigo.

—¡Mentira, me engañaste!—Ha-eun apuntó desde atrás de su padre, con la cara roja de vergüenza—¡Papi, él es malo, a Eunnie no le gusta!

El hombre asintió cerrando los ojos, afirmando lo que decía su hija. La pequeña sonrió mimada, su padre siempre le daba la razón, miró desde arriba al menor cuando su padre la tomó en brazos. Yejun intentó ponerse de pie pero no mantuvo el equilibrio y cayó nuevamente.

Ese le había dolido.

Yejun comenzó a llorar, mojando sus suaves mejillas con lágrimas. Escuchó a alguien gritar su nombre a los lejos, llamándolo, el castaño tocó su pierna adolorido, quería ir a casa.

—¡Yei!—Yejun fue levantado del suelo con cuidado, sintió la calidez inmediata en el pecho, las manos de su padre acariciaron su cabeza con cariño—¡¿Qué le hiciste?!

—No hice nada, el mocoso se cayó—argumentó sosteniendo a su curiosa hija, quien observaba al bebé llorón en manos del apuesto joven. No tan apuesto como su padre, por supuesto.

—¡Estaba en el suelo y no le ayudaste, tiene tres años!—Yejun agarró con fuerza la sudadera de su padre, notaba que la conversación con el otro hombre era una discusión.

—Papi duele—lloriqueó, solo quería ir a casa pronto y estar todo lo que quedaba del día jugando con su padre—¡No queeeero verte nuca más—gritó a Ha-eun, su mínimo razonamiento llegó a la conclusión de que si algo tenía que ver ella, iba a terminar llorando.

—Tu hija hizo llorar a mi hijo—El más alto abrió los ojos sorprendido, riendo irónico ante la acusación del contrario.

—¡Tú hijo molestaba a la mía!—argumentó enojado.

Yejun cerró los ojos escondido en el cuello de papá, se sentía seguro. Luego de unos segundos, dejó de escuchar voces y el mundo de los sueños le dio la bienvenida.

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𝐥𝐢𝐤𝐞 𝐟𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫 𝐥𝐢𝐤𝐞 𝐬𝐨𝐧/ʰʸᵘⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora