Capítulo 34

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Narra Jeonghan

Hacia algo de frío, pero me sentía muy cálido al ser cubierto por las sábanas. Aunque no quise despertar, mis párpados fueron abriéndose y empecé a buscar la mirada con la que me encontraba cada día, pero sorprendentemente no estaba a mi lado. Mis ojos pasaron a recorrer toda la habitación, luego fui tocando a mi alrededor, entonces sonreí instantáneamente al sentir la pierna que estaba aferrada a mi cuerpo.

—¿Me estás buscando? —preguntó la dulce voz de mi esposa.

No la veía, pero sabía de dónde provenía su voz. Levanté las sábanas y la encontré ahí debajo, acurrucada a mi lado mientras se escondía de la luz.

—¿Qué haces ahí? —pregunté, riendo.

—Tenía frío y me escondí aquí —respondió, acomodándose en mi pecho—. Está caliente aquí —pronunció con sueño. Sonreí al ver esos ojos hinchados aún cerrados, sintiéndose tan cálida que no parecía buscar apartarse de mí.

—Sí, hace mucho frío —dije—. Estuvo nevando.

—¡¿Cuándo?!

—Anoche —contesté—. Te fuiste a dormir temprano, así que no quise despertarte.

—¡Jeonghan! —exclamó, frunciendo el ceño, e inmediatamente salió de la cama.

______ empezó a cambiarse de ropa y solo me quedé observando al techo, porque aunque haya despertado, aun me sentía un poco adormilado, como suele ocurrir cuando uno acaba de despertar. Ella corrió para dejar de la habitación, eso fue suficiente para que me estirara y saliera de la cama.

—¡Amor, no vayas a salir cuando tu cuerpo aun está caliente! —grité, mientras me cambiaba de ropa—. ¡Abrigate bien!

—¡Lo haré!

—¡No salgas sin mí!

—¡Adiós!

Empecé a reír por lo intrépida y desobediente que podía ser, pero ella me advirtió de ese carácter antes de casarnos, aunque de todas formas amaba esa personalidad tan osada que poseía.

Salí de la habitación cuando estuve listo, y me dirigí a la puerta de la casa en donde estábamos hospedados. Dejé que el frío viento tocara mis pómulos y mi cuerpo por un momento, mientras que acaricié mis manos para llenarlas de calor; entonces sujeté el abrigo blanco de la silla de al lado y puse un pie fuera del lugar.

______ estaba observando la nieve, como si de una niña se tratase, parecía maravillada por el color blanco que nos rodeaba. Era curioso ver las distintas facetas que podía mostrarme y disfrutaba de poder ver cada una de ellas.

—Ven aquí —le dije, y le hice una seña con la mano.

—No quiero —respondió sin verme, posando su vista aún en la nieve.

Era increíble la paciencia que podía tenerle.

Caminé hasta ella y la giré hacia mí, _____ me observó sonriendo después de ser tan traviesa.

—Te dije que te abrigaras.

—Me puse dos capas de ropa —se quejó.

—Eso dijiste ayer y casi mueres de frío —contesté con el ceño fruncido—. Sabes que no te hace bien.

—Pero a veces mucha ropa no me permite moverme como quiero —pronunció, con cierto disgusto. Solo negué con la cabeza al ver cómo se quejaba.

—Aun así, debes abrigate o enfermarás. Ya sabes que debes cuidarte —coloqué su abrigo alrededor de ella—. Listo —agregué una vez que terminé de ponérselo.

Fallin Flower (JEONGHAN SEVENTEEN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora