Frío: Viva el Rey

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La multitud susurraba entre la lluvia.

Marleen supo del matrimonio de su preciosa hija y aunque quiso adentrarse a la iglesia de manera sigilosa fue cruelmente echada por los guardias que la amenazaron con espadas en mano. Con amargura al igual que el día, ella se retiró, su vida era lo único valioso que poseía y no estaba dispuesta a perderla como lo había hecho con otros momentos.

No estaba segura con quien se casaría su hija. Pero el deber de una madre era cuidar a su hija hasta el final, y ella lo haría, aunque fuera oculta en las sombras. Tampoco pretendía que Rey la quisiera y la amara después de los hechos que las llevaron a separarse. Pero al menos tenía fe, de que un día la vida le diera la oportunidad de explicarle las cosas y verla casarse, así, cuando un día, ella muriera sus mejores recuerdos serían cuando la amamanto y el verla de blanco.

Pero por alguna razón, el pueblo se volvió loco, entre hachas y fuego, pretendían atacar al palacio donde reposaban los reyes de Alderaan. Marleen los siguió porque la curiosidad era grande y aunque no le importaba lo que le sucediera a los monarcas, era el hogar de su hija y necesitaba cerciorarse que la vida de ella estaba bien. Sobre todo cuando la boda se vio interrumpida y no supo qué sucedió posterior a ello.

Fue entonces que a causa del lodo, resbaló y su precioso rostro fue cubierto por la tierra mojada. Al no poder hablar no pudo decirle nada a aquellos que provocaron su caída y junto a su dignidad, se tragó la tierra . Limpio un poco sus manos en el vestido y estaba por levantarse cuando frente a ella observó una mano pálida extendida brindándole ayuda en medio del disturbio.

— ¿Está bien señora?

Las voces alrededor se silenciaron y Marleen pudo jurar que el tiempo se detuvo casi a la par de su respiración, sintió algo que hace años no experimentaba. Un escalofrío la recorrió y sus ojos ignoraron la mano pero se posaron en los ojos azules que la observaban.

Si ella pudiera hablar...

Años antes

Terminaba de sacar la última orden de pan que su padre le había encomendado entregar al palacio de Alderaan. El camino a ese encantador lugar era tan largo pero placentero, la brisa y la vista le brindaban una hermosura, la flora que la rodeaba incluso era más mágica que en el pueblo, y ella le encantaba imaginar que un día el camino a su hogar sería exactamente igual a este.

El chef la recibió como de costumbre, por la puerta trasera sin importunar a los reyes y con una propina adicional que ella gustosamente aceptaba. No había otro motivo para permanecer en el bosque que rodeaba al palacio de Alderaan, salvo la espléndida belleza, pero por mucho que sus ojos quisieran admirarla, ella debía regresar a su casa.

Pero desde niña era tan torpe y distraída que el encuentro con aquel hombre comenzó de la misma manera en que se volvían a reencontrar.

— Señorita, ¿esta usted bien? — preguntó el chico atractivo pelirrojo con una sonrisa que irradia más que el sol.

— Sí — responde tímida y observa que la mano de él se extendió a ella.

En él puede ver limpieza, masculinidad y sobre todo, riquezas de las que ella carece.

— Estoy bien.... — intenta adivinar su nombre y él ríe de la manera tan linda y particular que tiene la pelirroja de ser.

— Soy Harry — dice él y sin esperar respuesta la ayuda a incorporarse — Harry Armitage.

— ¿Tú padre es el rey Brendol? — pregunta temerosa y apenada de su vestimenta. De que alguien de la realeza la vea en harapos.

— El temible Brendol — sonríe, y su manera de responder deja entender su asentimiento hacia Marleen.

Lazos Prohibidos [ REYLO] - Star Wars AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora