Ascenso: Pacto con el Diablo

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Hace días que las noches eran más frias y oscuras, tal y como su alma. Aún había rastros de sangre que caían poco a poco por su rostro hasta empapar sus ropas negras. El frío no ayudaba a calmar el dolor, debía sentirse entumecido pero ni eso borraba la sensación de derrota. Por primera vez en su vida había sido vencido y por su propio padre, y es que Han tenía un arma en su contra, que también era su debilidad el amor que tenía por su familia, pero aún más por su hermana, Rey.

Escapó como un cobarde ante el ataque de su padre, y si no lo hacía, habría sido capaz de matarlo con aquel sable, sin miedo alguno, sin remordimientos. Lo que vio en los ojos de su padre no era más que la furia con la que atacaba a su más despreciable enemigo y ni siquiera a ellos los vería con tanto odio como su padre lo había hecho con él.

Su familia lo odiaba y con justa razón, y a pesar de todo no estaba arrepentido pero la cicatriz en su rostro era el precio que había estado dispuesto a cargar con tal de tener el amor de Rey. Sin embargo ahora ella estaba sola en el castillo, bajo el castigo de sus padres y él no podía hacer nada para salvarla de ese destino. Apenas podía caminar, el dolor calaba en lo más profundo de su ser producto de la herida en su rostro y el terrible cansancio que lo apretaba, en esas condiciones no le era posible luchar contra nadie, absolutamente nadie.

Pasó demasiados días encontrando refugio, pero este le fue negado en varias ocasiones. La cabaña ya no era una opción, quedarse en ese lugar significaba un suicidio. Le había ordenado a Vicrul dejarle y volver a Alderaan para no ser culpado de traición y mantenerlo a cargo sobre Rey, por él es que sabía de que su padre lo buscaba por mar y tierra, la cabaña donde Rey fue su mujer era la emboscada perfecta, sería una presa fácil de atrapar, pero él era mucho más astuto y conocía las tierras del reino mejor que su padre.

Caminó derrotado en medio del bosque, en soledad, consigo mismo y los miles de demonios que lo acompañaban desde hace un par de semanas. Ni siquiera Cuervo pudo escoltarlo en su triste y dolorosa travesía, en su derrota, porque esa era su misión, acompañarlo en la victoria y en el descalabro.

Había un susurro en la oscuridad, las voces en su cabeza tal vez si eran reales o quizás se debían por el intenso dolor que carcomía su piel y su ser; acompañado del hambre y sed que lo envolvían. Se sintió perdido, sin rumbo y por primera vez sintió lástima de sí mismo por dejarse morir de una manera tan deshonorable a mitad del bosque y vencido por un enemigo que jamás creyó tener.

Gritó, lloró, se estaba volviendo completamente loco. Amanecía poco a poco y la sangre en sus ropas estaba secándose. Recordó toda aquella sangre que él mismo derramó en tantas batallas, sin compasión alguna y que ahora le estaba cobrando de su propio cuerpo la venganza.

Y es que en la batalla él era un verdugo.

Se encargó de decidir el destino de miles de hombres, de Kylo dependió la vida de tantos que no recordaba exactamente cuando fue la primera vez que arrebato una vida . Con la espada en su mano, Kylo pudo mostrarles su bondad o su maldad y en la mayoría de las veces ganó lo segundo.

Miró sus manos bañadas en color rojo, las mismas con las que conoció la gloria, pero no por matar hombres, era porque hace algunos días el único rojo que tenían eran las hebras preciosas de Rey, con ellas pudo acariciar el cielo en el mismo instante que las posó sobre la delicada piel de su cuerpo y no sabía si algún día podría volver a hacerlo.

El infierno le permitió conocer el cielo aunque sea por un instante.

—¿Por qué no me ayudas? — Gritó, finalmente tumbandose al piso y admitiéndose derrotado.

Se arrodilló, sintio la fría tierra en su piel pero ni eso evito que se sentira tan débil hasta que le suplico a Dios o al Diablo, ya no importaba a quién acudir en ese momento, solo necesitaba que alguien le ayudara a ser el hombre que antes era.

Lazos Prohibidos [ REYLO] - Star Wars AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora