XI

53 5 1
                                    

John sacó el papel de su bolsillo y se lo mostró al conserje. El hombre lo observó por unos segundos y lo dejo subir. Prefirió ir por las escaleras ya que en realidad no llevaba muchas cosas en el pequeño bolso.

Al entrar en la puerta 106 se encontró con un apartamento bastante elegante. Las cortinas eran de color beige hasta el suelo, tenía un solo sillón, había un florero pequeño en la mesita de noche. 

John suspiró y dejó caer su cuerpo sobre el sofá. Ahí se quedó mirando al ventanal del balcón y a los minutos se dirigió ahí. Encendió un cigarrillo y se apoyó contra la baranda. Sin embargo su paz fue interrumpida cuando escuchó tocar la puerta casi al instante.

Al abrir se encontró con Paul y un chico más.

— ¿Esperabas verme por acá? —inquirió McCartney mientras se adentraba al departamento.

— La verdad no, pensé que tenías cosas pendientes con la tal Lizbeth

— El es George, nos conocimos hace tiempo en la calle —apuntó a su amigo, quien lucía como alguien tímido.

— Hola, seguro ya sabes gracias a alguien que mi nombre es John —dijo el castaño destacando el alguien.

— Si, Paul me ha hablado un par de veces de ti

— Oh, ya veo ¿Y qué te ha hablado de mi?

— Nada que tenga mayor importancia —interrumpió Paul con una sonrisa forzosa.

John miró de pies a cabeza al menor y se dirigió a la cocina, desde ahí les ofreció una taza de café a ambos y ninguno se negó.

Hablaron un par de horas en la sala principal del apartamento, fumaron cigarrillos, y tuvieron un rato de diversión sencilla; se llevaron bastante bien.

Paul —como ya de costumbre— iba vestido con sus prendas de cuero al igual que John, George iba con prendas más coloridas y algo sueltas.

Llegaron a un bar en el centro de la ciudad y de inmediato los asistentes voltearon a mirar a Paul. No era algo normal que un chico de su clase anduviera por un barrio de la clase popular con dos amigos de su misma edad.

De inmediato trató de cubrir su rostro con las palmas de sus manos, eligieron rápidamente el puesto más lejano y con poca luz.

— ¿Qué van a querer? —preguntó una chica mientras enlistaba su lápiz junto a una libretita.

— Yo pediré una cerveza —dijo John.

La muchacha se fijó en Lennon y de inmediato comenzó a coquetear sutilmente con el. Apoyó sus brazos sobre la mesa al lado de John y le sonreía ligeramente.

Paul notó que John le siguió la corriente a la joven y se molestó bastante. La camarera se quedó hablando unos minutos demás con el castaño sobre cosas cotidianas de la vida.

— Y John... ¿estás soltero? —preguntó la rubia mientras pasaba su dedo índice sobre los brazos de el.

— ¡Muy bien, suficiente! —exclamó Paul y golpeó la mesa con sus palmas—. Estás acá por dinero, no en busca de un hombre. Y si buscas un hombre déjame decirte ¡Que el no está disponible porque es mío!

Todos se quedaron en silencio y los demás clientes observaron confundidos la escena. El hecho de que Paul haya dicho que John le pertenecía sonaba demasiado raro, y el mismo lo notó inmediatamente.

— Hum... quiero decir que es mi amigo ¿Entiendes?

La muchacha lo miró de forma desagradable e ignoró lo que le dijo, anotó su número telefónico en un papel y lo dejó delante de John, le guiñó un ojo para luego irse.

Las mejillas de Paul de inmediato se ruborizaron y trató de esconder su rostro tras el menú de aperitivos.

John no dejaba de mirarlo y se preguntaba porqué McCartney había actuado de una manera tan violenta. Quizás le había molestado el hecho de que la chica no hiciera bien su trabajo, ya que se quedó al menos diez minutos charlando con el mientras Paul y George escuchaban aburridos los relatos. 

— Paul ¿Qué fue eso? —inquirió George.

— Es que no hacía bien su trabajo, quiero decir... ella está acá por eso, no para coquetearle a los clientes, menos a John —se justificó.

— ¿Por qué menos a mi? De todas maneras estoy soltero y quizás si necesito a alguien para salir por las tardes —dijo John mientras apoyaba su codo en la mesa y sostenía su rostro con la palma de su mano.

— Porque... —pensó unos segundos y se dio cuenta de que había hecho una escena de celos, pero confesarlo sería lo peor—. Estás con George y conmigo, las chicas pueden esperar —dijo con una risita nerviosa.

— Si... pueden esperar... —dijo Harrison mientras miraba de manera sospechosa a Paul con los ojos entrecerrados.

Mientras tomaban una lata de cerveza John contemplaba el número de la chica, había anotado incluso su nombre "Annie".

— La llamaré más tarde —dijo el castaño mientras llevaba un sorbo a su boca.

Paul suspiró y miró hacía otro lado molesto. Sin embargo, esto no pasaba desapercibido, George observó cada una de las expresiones de Paul durante todo el tiempo y su conclusión fue; Celos y amor.

Al rato después se fueron a sus hogares. George fue el primero en irse ya que tenía cosas que hacer al día siguiente en el hogar de sus padres, Paul se fue al departamento de John para acompañarlo un rato y ayudarlo ordenando algunas cosas.

El único inconveniente de John era que su acompañante se había emborrachado en poco tiempo, y que los paparazis pudieron haberle tomado demasiadas fotografías las cuales podían llegar a los periódicos de toda Inglaterra, cosa que seria desastroza.

— Si quieres puedo ir a dejarte, el palacio no queda tan lejos —sugirió el castaño.

— Yo... te ayudaré Johnny boy... —dijo apenas mientras se dirigía a la cocina.

John rápidamente lo tomó del brazo para luego llevarlo a su habitación. Hizo que se sentara en la orilla de la cama y le quitó la chaqueta más el cinturón. 

Sintió el olor a trago que emanaba del cuerpo de McCartney y su padre era capaz de matarlo si es que se enteraba. Por unos minutos pensó una solución mientras veía a los ojos hazel de Paul.

— Bien, tendrás que bañarte —dijo John.

— Que flojera, levántame Johnny

Hizo lo que se le pidió y se dirigió al cuarto de baño, fue en busca de toallas y ropa limpia. Dio el agua para que la tina se llenara con agua tibia.

Paul levantó los brazos y John le quitó la camiseta, luego las prendas inferiores y lo cubrió con una toalla mientras esperaban a que el agua estuviera en buen nivel.

¿Qué va a decir tu padre Paulie? — pensaba.

Al corto rato lo ayudó a entrar en la ducha para que se sentara. Paul apenas podía mantener su cabeza derecha, se tambaleaba igual que cualquier borracho.

John tomó la esponja y la pasó suavemente por la espalda del pelinegro mientras que este jugaba con el agua. De pronto las mojadas manos de Paul estaban posadas sobre los pómulos de John y lo acariciaba lentamente.

Lo que no se esperaba John era que el chico a los segundos después le daría un beso repentinamente.

I'll Be Back; McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora