Llegando al camino

394 34 2
                                    

Miré a sus ojos, no había solución, ya esto tenía que acabar en cualquier momento, esto estaba siendo demasiado cruel para ambos, porque esto significaría no volver a vernos jamás… Todo este tiempo que llegué a pensar que podríamos conseguir algo juntos, parecía que esos pensamientos serían en vano… Me está costando mucho asimilar esto.

Tomados de la mano aún, uniendo nuestras frentes mirándonos a los ojos, mis lágrimas continuaban cayendo; si no nos dábamos prisa, el consejo llegaría en cualquier momento, y no quería meter a Grell en problemas por mi culpa, era mejor que todo terminara lo más pronto posible, aunque olvidarlo, jamás me lo perdonaré.

-¿Pueden dejarnos a solas un momento, por favor?- Pregunté sin despegar la vista de mi amado.

Todos ellos se retiraron en seguida cerrando ambas puertas de la biblioteca.

Ahí estábamos… Sólo los 2… Eso era lo único que necesitábamos para continuar nuestro camino, aun si eso significara no volver a vernos jamás. Las lágrimas no podían contenerse, y Grell también comenzaba a llorar.

-No quiero irme… No quiero perderte amor…- Susurré.

-Me destrozarías más si te mataran, eso es lo último que desearía. Jamás me perdonaré esta decisión que juntos hemos tomado, amor mío.- Me dijo.

Suspiré hondo sujetando sus manos con más fuerza, era real lo que en ese momento estaba sintiendo, no tenía idea si volvería a verlo por ahí, pero la angustia me estaba consumiendo por dentro provocando que no pensara en algo más que el temor de perderlo para siempre… Parecía que mis pesadillas se estaban volviendo realidad… No quiero que dure, pero tampoco quiero que termine, pues eso significaría que se cumplieran.

Apreté mis labios y mordí fuerte mientras las lágrimas aún continuaban rodando por mis mejillas mojando mi atuendo.

-Quiero que lo conserves…- Me dijo separándose.

Se quitó el saco y me lo obsequió.

Lo miré atentamente… Eso… No podía ser posible… Él me obsequiaba…

-G-Grell… No tienes que… Es decir, esto es tuyo…

-Hace muchos años, fue el momento en el que fui al mundo humano, y quedé encantado con una mujer que compartía la misma pena que yo: No poder tener hijos. Entonces quedé fascinado por su cometido: asesinar a una mujer, misma que había decido abortar a un inocente bebé… Ella se convirtió después en una ordinaria mujer y le di fin a su vida, aunque… Logré obtener algo de ella.

Entonces comprendí a lo que estaba queriendo decir, era verdaderamente increíble que a pesar de todo, me estuviera obsequiando una de sus reliquias más preciadas… Aunque lo olvidara todo, yo siempre tendría algún recuerdo de él aunque eso significara desconocer de quién era.

Me lo colocó con cuidado y me sonrió gentilmente aún con lágrimas en los ojos.

El momento ya había llegado… La pesadilla cumplirse.

Entraron los 3; me percaté que William traía un libro en manos… Supongo que ese es mi récord cinematográfico, si hubieran sentido cómo me estaba matando ese momento tan indeseable; al abrir el libro que aún cargaba, una luz blanca me cegó la vista realizando que todo lo que estaba a mi alrededor se bloqueara y lo último que pudiera llegar a distinguir era a la distancia una figura roja gritando mi nombre a lo lejos.

Caí en un inmenso mar negro que me envolvía haciéndome ver únicamente ese color, evitando todo a mí alrededor y perdiendo la razón sin darme cuenta. El ambiente tan melancólico fue incrementando cada vez más, además mis ojos se inundaban de agua, y aunque quisiera soltarlas, no podía, era verdaderamente desesperante no poder gritar a los 4 vientos el dolor que estaba sintiendo, y en mi pecho ardía una profunda herida cegándome los últimos recuerdos de los últimos meses que quedé alejada de casa… La pesadilla… Se había cumplido.

Todo pareció de pronto volverse calma.

Unas luces fueron enfocando poco a poco mientras pasaban por un costado de mi lado izquierdo; tenía la mirada volteada mientras que mis manos apoyadas en el sucio pavimento estaban manchadas de lodo, parecía como si me hubiera perdido y un gran azote hubiera recibido por muchas personas. Las criaturas que pasaban a mi lado me miraban con preocupación, mientras que otras, alrededor mío, reflejaban en sus miradas preocupación mientras me preguntaban lo típico: “¿Estás bien?” “¿Necesitas ayuda?” “¿Qué ha sucedido?” así como también las típicas frases: “Alguien llame a una ambulancia” “Creo que está inconsciente”… La cabeza me daba muchas vueltas y me dolía… La jaqueca era intensa.

Un hombre me ayudó a levantarme, pero tal parecía que no podía sostenerme de pie, y aun así, yo luchaba por conseguirlo.

-Déjeme ayudarle…- Me dijo.

-No, yo puedo hacerlo sola.- Interrumpí tratando de apartarlo de mi lado, así caminando con mucha dificultad.

No tenía idea si la ambulancia llegaría pronto o alguien se le ocurriría aparecer y ayudarme, pero sólo había un lugar en el cual yo me podía sentir segura, y aunque tratara de recordarlo, parecía que una migraña se aproximaba. Suspiré hondo tratando de caminar más, torpemente balanceándome, con apariencia de una chica drogada o con un exceso de copas… Las personas se apartaban al mirarme, tal vez me creían cuerda, pero mi mente estaba tranquila de saber que por lo menos estaba consciente de lo que mí alrededor estaba sucediendo.

Sólo me quedó alcanzar una calle que si continuaba por 3 cuadras más, llegaría al lugar donde era el único donde recordaba que estaba; papá seguramente se enfadaría conmigo y por todo lo que estaba causando, el alboroto se armaría a la mañana siguiente en las noticias, pero no me importa, porque mientras llegue, estoy segura que él comprendería que no me he sentido nada bien… Sólo hay algo en lo que no puedo dejar de pensar... ¿Él estaría en casa? Traté de avanzar cada vez más, pero los pasos que daba parecía que no tenían fin, todavía me faltaba camino por continuar, y aunque estos últimos meses no hubiera tenido conciencia de nada, espero que por lo menos mi papá recuerde que tiene una hija…

El rojo es mi color favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora