Reencuentro

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Pude reconocer la cerca del lugar, esa pintada de blanco con algo de suciedad siempre encima; parecía que me estaba acercando cada vez más, mientras la cantidad de personas iba disminuyendo a ver de cientos a 5 o 6, era el lugar perfecto que no había olvidado. Me iba acercando poco a poco hasta esa casa con la fachada descuidada, de color rojo, comenzó a dolerme la cabeza al ver el destello despampanante que había aparecido, tal vez no debía de ver ese color, me hacía doler mucho el pecho y la cabeza, era como si hubiera sucedido algo malo con ello… Ignorándolo, y sin voltear a ver a ambos lados para saber si venía algún auto o no, continué caminando hacia la cómoda casa de 2 pisos, donde las ventanas de madera color café obscuro estaban algo viejas; nuestro pequeño y compacto jardín de afuera tenía sus plantas marchitas, tal parecía que yo no les hubiera dado algún cuidado especial en los últimos meses, verdaderamente se notaban con un muy mal aspecto.

Subí las escaleras que, como siempre, rechinaban con cada paso que dábamos. Tomé y giré la sucia perilla oxidada, al entrar, inhalé el aire de hogar que podía reconocer en cualquier lugar o situación, era verdad que ya había regresado a mi hogar, tal parecía que había pasado demasiado tiempo desde que yo había estado aquí, algo siento dentro de mí que me trae también tanto buenos como malos recuerdos, sin embargo, no los puedo recordar con exactitud ni claridad. Cerré la puerta detrás de mí, estaba la escalera en frente de mi llena de suciedad, el tapete rojo igual de sucio, las cortinas amarillas más viejas, los arcos maltratados, las esculturas sin aseo, era como si la casa estuviera deshabitada o sin siquiera pasarle algo de mantenimiento.

-¡¿Papá?!- Grité- ¡Ya estoy aquí!

Pero ni una voz me respondió.

Me dirigí al lado izquierdo primero, donde estaba una cómoda sala igual de sucia, el recuadro familiar colgado arriba de la chimenea estaba lleno de polvo. Tomé mi blusa y se la pasé encima al cristal, el polvo quedó en mi ropa pero por lo menos podía ver la cara de mi madre sumamente feliz, y mi padre a un costado, ambos sosteniéndome en brazos apenas recién nacida. Sonreí, me hubiera gustado conocerla mucho más a fondo.

Escuché un ruido provenir de la cocina, cruzando el lado detrás de la escalera donde daba una salida por la puerta trasera, llegué a la cocina, crucé el arco pero no vi a nadie dentro, me quedé un tanto entrañada por lo que estaba sucediendo… Suspiré.

Al notar que los trastes estaban más que sucios, comenzó a darme arcadas, ¿es que mi padre se había ido? Vi en el suelo y arriba de la pequeña mesa de la cocina varias botellas de cerveza y licor, por lo que se olía… Mmm, papá acostumbra a tomar cuando está preocupado o triste… Oh vaya, pensé que ya había salido de ese trance. Corrí cruzando los arcos nuevamente y el comedor repleto de polvo y suciedad. Subí las escaleras rápidamente mientras éstas rechinaban, pero al momento de ir a abrir la puerta de mi habitación, mi mano quedó casi tocando la perilla.

-Zaira…- Escuché que dijo.

Me di vuelta lentamente y mis ojos quedaron llenos de lágrima al mirar a ese hombre que había permanecido buscándome todo ese tiempo en el cual yo no estaba… Mi papá. No pude evitar ir corriendo hacia él, donde al llegar me estrechó entre sus brazos quedándonos juntos en un profundo abrazo que duró un gran lapso del tiempo. Acariciaba mi cabeza abrazándome fuertemente, yo lloraba mientras mi cabeza sobre su hombro salía así como las lágrimas largas y llenas de agua de mis ojos.

Un momento único de padre  e hija se vio unido de repente, creo que fue de los mejores de mi vida, donde un reencuentro que parecía que había sido de muchísimo tiempo había vuelto.

-Te extrañé tanto…- Susurró abrazándome aún.

No tenía idea a lo que “tanto” podía referirse,  pero no me quedé para averiguarlo por completo, yo simplemente disfrutaba el amor que mi padre por medio del abrazo me mostraba.

-Papá… Lo siento, lo siento… Por favor perdóname, no fue mi intención irme, no tengo idea de lo que sucedió pero por favor, perdóname todo lo que en este tiempo de he hecho, desde que me quedaba sola, yo…

-Mi niña te adoro tanto…

Nos hundimos en esos profundos sentimientos en los cuales jamás nos habíamos demostrado el afecto familiar así de cerca, papá había regresado a mi lado, y yo había aprendido a valorarlo mucho más de lo que yo nunca hice.

El rojo es mi color favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora