El verdadero significado

716 52 4
                                    

Parecían semanas, pero habían pasado apenas 5 días desde que Ronald y William habían partido a Argentina. Ya nadie me tenía que dar de comer ni venir a visitarme, me quedaba sola y gritaba a los 4 vientos esperando a que alguien me escuchara y se dignara a darme alimento, porque después ni de eso quieren servir.

Me encontraba apoyada en la puerta; la acariciaba.

Mis pensamientos estaban perdidos en la inmensidad mientras mis ojos cerrados llenos de lágrimas se encontraban; mi corazón dolía, no podía quitar la imagen de Grell aquél día al vernos a Ronald y a mí abrazados. Había cambiado, todos aquí habíamos cambiado, pero… Aún no quiero aceptarlo. Me daba bastante pena verlo así pero, ¡lo merece!....... ¿Lo merece? Esa era una de las varias cosas que me daban vuelta y vuelta. Me comenzaba a marear.

La puerta bruscamente se abrió y yo caí del otro lado del pasillo. Estaba a punto de romperle la cara al graciosito, más me detuve, pues al subir la mirada miré a la persona que hacía meses y días que no lo notaba por aquí.

-¿Qué estás haciendo ahí? ¿Detrás y pegada a la puerta?- Alan inquirió- ¿A quién estás espiando?

Sonreí burlonamente y me puse de pie.

-1. No puedo espiar porque no tengo manera de ver ni el exterior; 2. Eso me dolió, gracias por disculparte; 3. ¿Qué estás haciendo aquí?- Expliqué.

-1. Me refería a que espiabas ESCUCHANDO; 2. Disculpa, pero no sabía que estabas detrás de la puerta; 3. Vine por ti.- Me contestó.

Iba a reclamarle nuevamente pero me detuve al escuchar su argumento número 3 (eso y saber que eran verdades las primeras 2 cuestiones).

-¿Venir a buscarme? ¿Qué hice ahora? Sólo resulta que por quedarme aquí…

-Vine porque William no está.

Lo miré rápidamente.

-¿Cómo dices?- Pregunté.

Alan sonrió.

-Vigilarte no quiere decir no dejarte salir.- Me dijo. Sonreí- Tal vez no pueda dejarte ir sola, pero por lo menos, estaré contigo el tiempo suficiente que William esté fuera.

Instantáneamente salimos del edifico y parecía que revivía con la luz del sol dando a mi rostro; el aire me envolvía pacíficamente y un aroma a elegancia me recorrió por completa. Sin duda alguna, ya estaba yo aquí… AFUERA.

Corrí hasta una enorme y gran fuente. Me mojé todo lo que pude disfrutando de esa libertad que ahora se había convertido para mí. Alan me siguió, más prefirió quedarse cortando.

-¿El tan refinado shinigami no quiere mojar su traje?- Me burlé.

-No quiero mojarme.- Me dijo.

Reí divertidamente y lancé un poco de agua en él. Éste pareció molestarse, pero mientras más lo mojaba, más agua me devolvía. Así logré atraerlo hasta el interior de la fuente mojándonos. No importa qué tanto nos echáramos unos a otros, después de todo, sólo nos divertíamos.

Repentinamente las nubes comenzaron a rodear el cielo, eso fue un gran alivio para nosotros, porque nos mojamos a pesar de en la lluvia estar.

Jamás me sentí igual, simplemente feliz por estar al lado de una persona con quien podía divertirme y sabía el concepto de “vigilar”.

Claro que no duró mucho antes que la tormenta fuera más fuerte y fría, y después de varias protestas Alan me obligó a entrar al edificio.

Reíamos mientras caminábamos empapados a mi habitación.

Al llegar y éste abrir la puerta, lo miré a los ojos. Todo pareció que había sucedido tan pronto.

-Alan…- Susurré provocando que me mirase- ¿Por qué hiciste eso? Es decir… Me dejaste salir, ¿por qué lo hiciste?

Éste sonrió; por dios, parecía una sonrisa SINCERA.

-Con Will nunca puedo hacer este tipo de cosas. Llegó una vez que todos nos divertíamos juntos, más creo que los shinigamis se han vuelto algo rectos después de que los de alto rango nos castigaran por tanto alboroto. Fue un poco también la crisis que el mundo sufrió una vez… La crisis donde demonios, ángeles y shinigamis pasamos nuestro tiempo más ocupado que nunca.- Me dijo.

Mi curiosidad  no tenía límite.

-¿Y qué más?

Rio levemente.

-Te lo explicaré algún día.- Mencionó caminando hacia el fondo del pasillo hasta el elevador.

-¡Alan!- Exclamé antes que se fuera. Éste me volteó a ver.- ¿Volverás mañana?- Pregunté.

Creí asemejar una sonrisa en su rostro.

-Claro que sí.

El rojo es mi color favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora