Capítulo 7

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D O P P E L G A N G E R

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Donghae compartía su atención entre los gatos siameses recostados en su cama y la gigantesca mancha en el techo.

—No la recordaba tan grande —comentó apreciándola detenidamente. El color en el centro era un terrible negro oscuro y se hacía gradual hacia los bordes.

Luego de que Hyukjae le comentara acerca de las manchas en las paredes, Donghae las notó por primera vez. Ahora no comprendía cómo no las vio antes.

—Es que no lo era —respondió Hyukjae—. Arriba de esta habitación está el ático ¿no? Probablemente hay algún acceso de humedad, tuberías o algo por estilo. Tendremos que comentarle al casero.

Donghae volvió a echarse en su cama, que, para acabarla de joder, se encontraba justo debajo de la mancha. Tomó a Wilde entre brazos y le dio un beso en su cabecita.

Habían trascurrido varios días desde el incidente del directo. Los gatos fueron dados de alta, pero aún se mostraban desganados, débiles, tristes. Ambos tenían la esperanza de que los animales pudieran olvidar aquella horrorosa experiencia, no querían que quedaran con traumas o que se volvieran miedosos.

Luego de darle su ración de amor, Donghae dejó a Wilde y fue por Picasso, abrazándolo de igual manera, cuidando no lastimar esas profundas heridas que apenas sanaban en su cuerpo.

Se estaban esforzando demasiado en hacer que los gatos estuvieran cómodos.

—¿Entonces qué haremos? —preguntó Donghae acerca de la mancha.

—Primero hablar con el casero y descubrir si hay algo raro en el suelo del ático; después pedirle permiso para pintar sobre la mancha. No sé por qué, pero no me gusta tener esa mierda ahí.

—Mientras tanto podríamos pegar posters.

—¿Posters de qué? ¿De una chica en bolas? —bromeó Hyukjae.

—Sí, claro, como me gustan tanto las chicas desnudas.

El mayor soltó una carcajada y se acostó al lado de Donghae. Detestaba que, a pesar del pasado, su amigo pareciera ignorar lo obvio, y entonces se sintió mal por desearlo tanto. Nunca le haría daño, jamás sería capaz de obligarlo a absolutamente nada. No importaba lo que él quisiera o pensara, se conformaba con poder ver su hermoso rostro todos los días.

—¿Qué pasa? —preguntó Donghae inocentemente, regalándole esa sonrisita de dientes torcidos y pinchándole una mejilla.

A Hyukjae no le gustaba perderse demasiado en esos pensamientos porque detestaba sentirse en el papel de víctima. No creía tener derecho a entristecerse o molestarse por no gustarle de igual forma a su amigo.

—No sucede nada, Hae. —Y al ver en la mirada castaña frente a él un atisbo de duda y desconfianza, se apuró a inventar una mentira—. Estaba pensando en lo que ocurrió el otro día, ya sabes, lo del gorrión...

—Oh Dios, no me lo recuerdes —pidió Donghae cerrando los ojos ante las imágenes que atacaron su mente. El suceso lo había afectado más de lo esperado. Adoraba a los animales y era una persona sensible. Pensar en que alguien usó a un ser vivo para algo tan ruin e inútil lo hacía querer llorar.

Sin embargo, lo sucedido en el directo tenía a ambos muchachos de boca en boca, justo en el ojo del internet. Como cada que surgía un evento mínimamente raro en la web, tenían a un montón de personas al pendiente de todo lo que les ocurría.

Tras darle vueltas a todo aquello, Hyukjae tuvo una idea.

—Se me ocurrió algo... Dios, Hae, esto es genial.

W A L L S [Eunhae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora