Capítulo 14

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M E N T I R A S

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Donghae debía admitir, como una de esas cosas que todos guardamos para nuestros adentros porque decirlas en voz alta podría resultar desagradable, que ir a la clínica Lightning island nunca le agradó.

Sabía que era ignorante de su parte, pero los pacientes mentales le daban miedo, lo inquietaban de sobremanera. Antes no le hubiera sentado bien saber absolutamente nada de manicomios. Si iba a ese lugar era solo por Hyukjae, porque era una de las pocas cosas que su amigo se sentía incapaz de hacer solo: visitar a su madre.

En realidad, la señora Lee era de las pacientes menos inquietantes del lugar. Por lo regular sus medicamentos la hacían estar bien, un poco atontada, sí, pero bien. Si se seguía creyendo lo del demonio que la acosaba no lo decía frente a Hyukjae, ni frente a nadie.

Donghae conoció en ese sitio personas raras, como un chico de aproximadamente doce años que al verse en una situación de estrés o peligro adoptaba la personalidad de un gusano para protegerse, y como tal, se desvanecía hacia el suelo sin una sola palabra de pormedio y empezaba a retorcerse ondulatoriamente.

También estaba internada ahí una chica con una pierna amputada de la que ella misma se deshizo al despertar de una cirugía de la vesícula totalmente exitosa. Al parecer ella solo había creído firmemente que esa pierna no le pertenecía y se había hecho cargo del asunto antes de que los médicos pudieran impedirlo.

Sin embargo, el que más miedo causaba a Donghae era el caso más raro de la clínica, aquel que aquejaba a una ex bailarina que no pasaba de los treinta años. Donghae incluso sospechaba que ni siquiera los médicos sabían qué estaban haciendo con ella.

Hyebin, como escuchó alguna vez que la llamaban, perdió toda la conciencia sensorial. Es decir, no podía controlar sus extremidades a menos de que tuviera un ojo sobre ellas. Era como si su cerebro simplemente no fuera capaz de mandar ninguna señal al resto de su cuerpo. Algo tan fácil como sentarse derecha y mantener los brazos cruzados le era imposible. Sus extremidades bailaban y se agitaban de un lado a otro sin que pudiera controlarlas. Con el tiempo aprendió a manejar su cuerpo, pero tenía que pensar en todo, la inercia ya no existía para ella, ni siquiera en cosas como parpadear o respirar. Todos sus movimientos eran pre fabricados y ensayados, lo que la hacía lucir como un robot, o una esclava de su cuerpo.

A Donghae todos estos casos le hacían pensar en lo horrible que debía ser verse traicionado por su propia mente. Cuando las cosas no salen bien, uno puede huir de ello, pero ¿qué pasa si el problema se encuentra dentro? Creía que debía ser desalentador y terrible perder el control de uno mismo lenta y tortuosamente.

Estacionó la camioneta esa mañana en el parking central de Lightning island. Ahí todavía llovía, pero no tanto como antes. Aun así, el guardia de la entrada principal fue corriendo a su encuentro y posó sobre él una sombrilla negra.

—No se moje, no querrá pescar un resfriado —le dijo.

—Buenos días —respondió Donghae. Llegaron rápidamente a la entrada, y entonces el guardia dejó de lado la sombrilla.

—¿Viene a ver a algún interno?

—Sí, así es —respondió más nervioso de lo que debía estar.

Le preocupaba un poco que la ausencia de Hyukjae llamara la atención, pues siempre iban juntos. Sin embargo, no tenían ninguna excusa para impedirle la entrada, ya que su nombre figuraba en la lista de visitantes. Hyukjae autorizó ponerlo junto al suyo y al de Sora, sin ningún tipo de remordimiento por dejar a su propio padre fuera. Él alegaba que las visitas de su padre solo enfermarían más a su mamá, y no importaba cuánto se esforzara el hombre, Hyukjae siempre tenía una negativa qué darle incluso en sus mejores meses de sobriedad. Donghae no le caía bien al padre de Hyukjae, y recién ahora entendía la razón.

W A L L S [Eunhae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora