Capítulo 9

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F R A C A S O

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Donghae se encontraba fascinado mirando el color de su bebida. Nunca lo comprendería. Años atrás había aprendido que mientras más colores bonitos tuviera y mejor supiera, más fácil lo emborracharía.

—¿Me puedes repetir qué es?

Tuvo que alzar su voz por encima de la música rap que sonaba en los altavoces. Se hallaban en la terraza de un club en el centro de la ciudad. Hyukjae, frente a él, tomaba un trago similar y fumaba un cigarro.

—Ginebra y licor de manzana. Sabe bien, a jugo.

—Es lo que me preocupa —murmuró Donghae, pero su amigo alcanzó a escucharlo. Puso una media sonrisa en el rostro y le quitó importancia al asunto.

—La cerveza no te gusta por alguna razón extraña, el vino te sabe mal y ni hablar del licor puro, serías capaz de escupírmelo en la chaqueta. Lo único que puedo pedirte en estos lugares son cocteles. Estarás bien si no olvidas que contienen alcohol.

Donghae hizo un gesto de asentimiento. Tenía un punto. Se llevo el vaso a los labios y le dio un pequeño trago. Efectivamente: sabor a jugo. Estaba buenísimo.

—¿Me cuidarás si me emborracho? —le preguntó medio en broma, medio en serio.

—Como siempre. Te conocí ebrio, así que...

Donghae rememoró con una sonrisa en los labios aquella noche. A pesar de haber hecho una cosa bastante creepy, se recordaba a sí mismo más nervioso por la presencia de Hyukjae a su lado, que por la de la ouija frente a ellos.

—Te veías bien con el cabello rosa.

—¿Eh? —preguntó Hyukjae, en medio de una risa desconcertada. No sabía el por qué de esa observación repentina, y sinceramente Donghae tampoco supo por qué lo dijo.

—Eso. Me gustaba tu cabello en ese tiempo.

—¿Y ahora no?

—Bueno, es que casi no tienes —bromeó Donghae, haciendo que su amigo soltara una carcajada.

—Buen punto —accedió—. Aunque tú no has cambiado. Sigues siendo el mismo tonto niño castaño, ebrio por accidente.

—Vamos, seguro me adoraste desde el primer segundo.

Y Hyukjae se quedó callado. Eso tenía tanto de cierto, tan tan ridículamente cierto.

A una persona normal, Donghae le hubiera parecido un muchacho común, pero para Hyukjae fue diferente. Donghae era como una mancha de distinto color en su mundo. Tenía tantos años haciendo tonterías que ya ni siquiera recordaba lo que era la voz de la conciencia. Bueno, el castaño llegó a su vida para efectuar esa función... y muchas otras.

—Hae... —pronunció quedo, tanto que Donghae no lo escuchó, pero sí que pudo leerle los labios.

—¿Mmm?

Quería sacar a colación el temita. Quería volver a insistir. Decirle que le seguía gustando como antes, como la vez que se lo confesó. Incluso más. Y es que, aunque fuera muy bueno ligando con otras personas, consiguiendo besos, acostones, sentía que se volvía automáticamente torpe con Donghae. Solo verle la cara, esos ojos brillantes, la boca entreabierta que dejaba ver sus dos dientes delanteros, le secaba las palabras de la boca y no sabía cómo comportarse.

Se tardó un rato en contestar. Paseó su mirada por el club, buscando huir de esos ojos curiosos que lo hipnotizaban. En el proceso, vio a dos mujeres fumando al otro lado del palco. Una de ellas era castaña, morena, linda.

W A L L S [Eunhae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora