Jungkook era el hombrecito más amable y considerado que existe en el planeta tierra, su madre es su adoración y haría todo para ayudarla a cumplir sus sueños.
Su concepto del amor es muy limitado a la familia, nunca ha pensado en enamorarse de una c...
Creo que nunca la pasé tan bien como la pasé en Busan, la familia de Jungkook es tan alegre que no hubo momento en el que yo me aburriera, desde su abuelo dejando caer como cinco vasos de vidrio al suelo y siendo regañado por su esposa, hasta cuando caía la noche y Jungkook se daba sus escapadas a mi habitación con la excusa de que tenía frío cuando allí hacía una calor de mil demonios.
Creo que Jungkook creció y se rodea de personas preciosas, que le aprecian sinceramente y aún cuando él ya es todo un adulto independiente, velan por su bienestar como si se tratase de un niño, eso es de admirar y atesorar.
Su alma sigue siendo la de un niño, de todas maneras.
—Ya deja de reírte o te golpeo, Jungkook.
—No puedo— está casi llorando por la risa— es que fue increíble.
A mi también me pareció muy gracioso, hace un rato, el señor Jeon salió a encender el auto porque estábamos empacando nuestras cosas, se quedó de pie diciendo que el aire era muy fresco y tomó tanto de este como pudo, tuvo que soltarlo de golpe porque un mosquito se le metió en la nariz y Jungkook no ha podido dejar de reír desde eso, yo tuve que esconderme al otro lado para que no me viera reír, pero mi chico no para, ahí está a carcajada limpia.
—Deja a tu padre en paz— sus abuelos salen, la señora Jeon baja del asiento copiloto y se seca con las manos bajo los ojos, eso es señal de que también estaba riéndose a escondidas— Reya, ven un segundo.
Dejo a Jungkook a merced de la ira de su padre y voy con la abuela Jeon, ella toma mi muñeca y nos aparta un poco del resto, le sonrío con dulzura porque la señora es un completo amor.
—¿Sucede algo?
Me entrega una bolsa muy bonita, de color blanco con algunas florecitas dibujadas en ella.
—Sé que en Seúl hace mucho frío estos tiempos—comenta, observo el interior de la bolsa— Jungkook me dijo que te gustan los suéteres, así que te tejí uno, espero que te guste.
—Es rosa pálido— Dios, quiero llorar— a mi me encanta el rosa. Muchísimas gracias, es un detalle precioso.— si, voy a llorar— No tenía que molestarse, lo usaré apenas llegue a casa y le diré a Jungkook que le envíe fotografías.
Se ríe y palmea mi brazo.
—Eres demasiado exagerada, niña. Pero encantada te veré usándolo.— toma mi mano, apretándola entre la suya— Cuida mucho de mi Jungkook. Fue agradable conocerte y compartir contigo, espero que vuelvas pronto.
Ya estoy llorando.
^o^
—Conducir es muy aburrido.
El señor Jeon comenzó a quejarse apenas bajamos del auto, a la final, Jungkook si le hizo conducir y tenía una sonrisa triunfal plasmada en el rostro.
—Hace frío.— dije— Jungkook, tómame una foto y envíala a tu abuela.
—Muy bien, veamos cómo se te ve ese suéter, niña emocionada.
Empiezo a despojarme de la camiseta que traigo puesta, tengo un top grueso debajo así que no es problema, me coloco el suéter precioso con mucho cuidado y casi vuelvo a llorar, es suavecito.
—Me queda perfecto.
—Si, te ves muy linda. Ahora sonríe.
Lo hago genuinamente feliz y apenas escucho el click, me acerco a ver que tal quedó.
—Tómame otra.
—A mi me gusta esa— dice, arrugo la nariz, inconforme— aunque ya la envié.
—Tenías que esperar a que yo la viera— musita una disculpa, tomo su rostro entre mis manos de manera que logra sentir la textura de las mangas del suéter— mira, es como las nubes.
—Tú me tienes en las nubes y será peor si no entramos ahora— me río, es un exagerado— debemos ayudar a mi madre con no sé qué antes de irnos.
Asiento, siguiéndole.
—Me apetece ir a saludar a tus padres segundos.
—Iremos, le llevaré algunas cosas que compré a noona.
—También tengo unos dulces para Rey, si es que está en casa.
—Una cosa a la vez, amor.— aún se escucha tan tímido cuando usa apodos cariñosos hacia mi— De verdad te ves preciosa con eso puesto.
Momento de experimentar.
—Cuando te mudes conmigo, dejaré que me lo quites.
Comenzó a balbucear, me reí porque estuvo el resto del día con el rostro tan rojo como un tomate.
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