2 | Memories 【3Below; James Lake Jr.】

Epilogue ━━ Memories

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Comienzos Distintos

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Su frágil cuerpo se sentía helado, por la manera en que su rostro lleno de rasguños y leves quemaduras, aun podías pensar que estaba dormida, descansando en paz, intentando olvidar sus penas, sus dolores, sus terrores. Sin duda, Stella Miracle por fin descansaba tras una ardua batalla.

Y nadie le prestaba atención por el momento.

Los Reyes en Espera de la Casa Tarron no se habían repuesto del susto en el que Varvatos Vex perdía la batalla contra la muerte, para fortuna de los adolescentes akiridianos, el guerrero vencedor de las más gloriosas batallas, el más respetado y temido; y el que pudo enmendar sus errores, despertó solo con heridas, no había muerto.

Hasta que los ojos de Krel buscaron con necesidad a la chica de mirada zafiro, su angustia incrementó al verla entre los escombros, mientras su hermana hablaba con Tobías Domzalski acerca de su bienestar y del de los demás. Corrió en busca de la chica merecedora de su primer beso, no pudo evitarlo, sus ojos estaban más lagrimosos al verla ahí tirada con sus ojos cerrados.

La sostuvo entre sus 4 brazos, apoyando su mejilla contra la de ella, importándole poco que mojase la cara de ella, ver el sacrificio de sus padres, la casi muerte de Varvatos y ahora la de ella, era el detonante necesario para ser un mar de lagrimas.

—'Ella, no te vayas.— susurró con dolor, se separó de ella para gritarle a Zadra con desespero.— ¡Traigan un equipo médico!.

Mientras que ella, parecía no respirar. 

—¿Krel?.

La miró nuevamente, la chica apenas y abría sus ojos, pero una media sonrisa se formó en aquellos suaves labios color cereza que tuvo la dicha de probar, sabía que estaba mal describirla de aquella forma, siempre lo supo. Desde el momento en que conoció a Jim Lake supo que estaba mal, pero prefirió ocultarlo.

—¿¡Stella!?.— no dudó en abrazarla con más fuerza, ahora más que nunca le dolía esa cercanía. Tras meses de ocultar todo rastro de conocimiento acerca del romance puro de Jim Lake hacia la chica de ojos zafiro, el remordimiento por ser probablemente su ultimo día en la Tierra, le estaba causando estragos.

No sabía si llamarlo egoísmo, o tal vez despiste. Era sincero cuando decía que el primer mes no lo recordaba, habían sido días muy estresantes para él, donde al ser el único "ingeniero" capacitado, necesitaba concentrarse y dar lo mejor de sí; pero, al besar los labios de la fémina, tuvo una seria platica con Tobías Domzalski, donde aceptaba su error, y cínicamente fue capaz de decirle que no se arrepentía en lo absoluto.

Ahora, arrepentimiento de haber hecho aquel prohibido pero necesitado contacto con la chica de cabellos carmesí, era la única sensación que le ganaba. Aquel beso solo lo había hecho engancharse más a ella, sin importarle sus 917 años.

—No estaba muerta, solo descansaba.— soltó una suave risa adolorida. Aunque su cabeza le pedía a gritos volver a descansar en busca de el chico de mirada azul cielo y cabello azabache, aquel cazador que ahora era su misteriosa adicción.

—Perdóname, por favor.— le suplicó, mirando con detenimiento aquellos ojos de brillante zafiro que se mostraban curiosos y expectantes a cada una de sus palabras.—, necesito hacer algo, aunque sea por ultima vez... Y si quieres, ódiame luego de esto, pero necesito hacerlo...

Acunó el lastimado rostro de ella entre sus manos superiores, bajo la curiosa mirada de los presentes. Con sus pulgares, acarició suavemente las mejillas de la joven, haciendo que cerrara sus brillantes ojos color piedra preciosa, el tacto frío de la piel del chico akiridiano era satisfactorio y reconfortante para olvidarse del ardor de sus quemaduras, pasó el trazo de un pequeño rasguño que estaba en su pómulo derecho, y acarició el hematoma cubierto por piel rojiza de su mejilla izquierda, luchando entre hacer lo correcto o no, recordando cada facción de la chica con la que accidentalmente chocó con ella meses atrás, pensando en su egoísmo y sus deseos.