2. Chosen

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Abrí los ojos adormecida aún, el cabreo que había tenido por la reunión con mi padre y mis hermanas me había dejado exhausta. Vi la hora en el reloj de la pared, la habitación se había oscurecido totalmente. Mis ojos no lograban enfocar con exactitud, tuve que levantarme y ponerme frente al reloj para maldecir.

-Las diez...¡Las diez! ¡La cena!, me matan.

No me daba tiempo a prepararme exhaustivamente. Me puse una falda que llegaba poco más arriba de mis rodillas de un color gris claro, una camisa blanca que se suponía que debía usar bajo algunos vestidos y salí atándome las botas con algo de tacón.

Sabía que no era lo más adecuado, debía ir con esos vestidos pero entre el tiempo justo y lo mucho que los aborrecía había preferido aquella ropa. Al menos no iba con una enorme sudadera...¿No?

Abrí la puerta bruscamente encontrándome a todos sentados mientras llegaba la comida.

-Siento la tardanza-dije haciendo una reverencia.

Mi hermana Aerin señaló mi ropa, sabía que no iba a salir bien la jugada. Me rasqué la nuca mientras sonreía levemente. Me senté al lado de Daeyeon y miré de reojo a mi padre el cual me asesinaba con la mirada. Estábamos sentadas medianamente en orden. Mi padre encabezaba la mesa, a sus dos lados estaban los invitados: el Rey Jeon y su hijo. Seguido del Rey iba: Haine, Yumeko y Nara. Tras el príncipe Jeon: Aerin, Daeyeon y yo la última.

-Bueno os presentaré a mis hijas en orden-dijo levantándose mi padre.

El príncipe bufó, por un segundo me llamó la atención ese gesto poco "adecuado" para su estatus.

-Haine con veinticinco, Yumeko de veinticuatro, Nara de veintitrés, Aerin de veintiuno, Daeyeon de diecinueve y ShinRei de diecisiete-dijo señalándonos a cada una.

Cuando me señaló yo estaba mirando a la ventana sin nada de interés, odiaba esas cenas de negocios. Fuera estaba el cielo despejado y la luna alumbraba bastante. En vez de estar en ese enorme comedor de rosas paredes y blancos muebles deberíamos estar fuera apreciando la noche; pero quién sería la loca que propusiera eso.

-Todas son muy lindas. Este es mi hijo Jeon Jungkook, tiene veinte años.

Estaba distraída, no escuché ni el nombre de aquel chico por el cual mis hermanas babeaban con detalle. Traté de no llamar la atención mientras hablaban, mis hermanas entre ellas susurraban y los invitados hablaban con mi padre. Algo era seguro, el príncipe tenía una voz delicada.

Cenamos mientras mi padre negociaba con el Rey Jeon. Quería irme a pasear por las calles de la capital, hacía un tiempo perfecto, pero no creía que pudiera escaparme de allí pronto.

-Bueno eso sería todo por ahora-dijo el Rey Jeon mirándonos a mis hermanas y a mí.

-Quedaos aquí a dormir, es tarde-dijo mi padre llamando a unos sirvientes.

Al final se quedarían a dormir aquí, mis hermanas estaban conversando con él mientras yo estaba tranquilamente cambiándome de ropa para salir aunque fuera un par de horas. Llevaba una pequeña mochila en la espalda. Algo que pocos sabían allí era que me gustaba dibujar, por ello iba a aprovechar esa hermosa noche para rellenar de algún garabato una de las hojas de mi cuaderno. Salí de la habitación colocándome bien la mochila.

-¿Te vas a escapar otra vez? No podrás, papá reforzó todo como siempre-dijo Aerin al lado de las demás y de aquel chico.

Me los había cruzado cerca de las escaleras. El chico me observaba fijamente mientras Aerin se pegaba a su brazo. Pobre de él.

-Ya veremos, por ahora voy a por Tteokboki y a por Hotteok-me puse la capucha-Hasta otra-dije refiriéndome al príncipe.

Seguí de largo y fui esquivando a los guardias hasta el agujero de ayer.

Prince Jeon - JK Donde viven las historias. Descúbrelo ahora