16. New house

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Al llegar a mi habitación me encontré con Jungkook sentado en el suelo encogido al lado de la cama. Tenía su cabeza entre sus rodillas y podía escuchar los sollozos y el pequeño hipo. Por un momento dudé.

-¿Qué haces ahí?-pregunté cogiendo la maleta de la cama sin dejar de mirarlo.

Jungkook levantó la cabeza lentamente y posó sus ojos directamente en mí. Busqué en los cajones  por si se me quedaba algo importante, no sabría si podría aguantar esa actitud ruda si veía su rostro.

-Perdóname-murmuró levantándose rápidamente.

Suspiré, no quería perdonarlo tan fácilmente.

-¿No teníamos que irnos? Pues vámonos.

Salí de allí encontrándome a Taehyung con una maleta en el pasillo. Parecía ilusionado, como si fuéramos de excursión.

-Por lo que tengo entendido, un par de soldados y sirvientas nos acompañarán.

Asentí mientras bajábamos las escaleras; ¿No pudo decirme eso? Seguramente estaba tomando registro de los soldados que había en palacio y a qué se dedicaría cada uno en su ausencia.

Suspiré.

-¿Tampoco sabes dónde está la casa de Jungkook?

Este negó. Suspiré. Vi a Jimin en el sofá tarareando, como si hacía unas horas no hubiera un cuchillo en esa pared. Jungkook bajó seguido de un par de soldados y las sirvientas que me ayudaron en el jardín.

-Vamos-dijo en un tono seco.

La que está molesta soy yo, ¿qué le pasa ahora?

Los guardias llevaban numerosas cajas, seguramente documento que Jungkook necesitaría.

Jungkook, por primera vez, conducía en mi presencia, ni sabía que tenía esa habilidad. Íbamos por las calles de la capital con total tranquilidad, aunque podía notar el ambiente tenso. Observaba por la ventana pensando en lo que había ocurrido anteriormente, el grito, su arrepentimiento y mi llanto. Nunca había pensado que unas palabras de una persona prácticamente desconocida podían llegar a doler tanto, y lo que es peor, que no me provocaran ningún especie de rencor u odio.

Jungkook frenó frente a un edificio de unas siete plantas, por lo que podía ver por la ventana no había recorrido esa zona de la ciudad. Se notaba que estaba en plena capital por la altura de los edificios y el exceso de comercios. Suspiré bajando tras Taehyung y dispuesta a coger mis maletas.

-Sexto piso, puerta A.

Asentí arrebatándole las llaves del interior. Todos íbamos cubiertos hasta los tobillos o las orejas para no ser reconocidos; de hecho de palacio habían salido aproximadamente veinte diferentes vehículos asegurándonos de que no fueramos perseguidos en ningún momento.

-¿Estás enojada con él?-preguntó Jimin conmigo en el ascensor.

Su rostro mostraba preocupación pero igualmente preguntaba con cierto tono alegre.

-Me percaté de que me había ablandado con él. Se me olvidaba que era la princesa ruda e irritante-dije riendo.

-Yo te notaba igual, pero más feliz-dijo en cuanto se abrió la puerta del antiguo ascensor.

—Eso es...

—Mira, sois los dos unos idiotas. Te gusta, se nota a kilómetros. Díselo y deja de hacerte la interesante.

—¿La interesante?—Jimin se comenzó a alejar—¡Vuelve aquí!

En general el edificio se veía algo antiguo. Era de ladrillo naranja y tenía alguna planta que bajaba por fuera, enredaderas. Las ventanas eran bastante grandes, seguramente remodeladas hacía poco tiempo ya que parecían demasiado modernas para el edificio. Era acogedor, me agradaba bastante el lugar. El pasillo, por el cual caminaba incómoda por el silencio repentino de Jimin, tenía paredes de un color marrón claro bastante bonito y único, no lo había visto antes en un ligar tan extraño como una pared. El suelo de madera oscura hacía un buen contraste con aquellas paredes y aquel blanco techo. Llegamos a la puerta A, una puerta marrón que parecía de lo más normal. Abrí la puerta y me sorprendí al ver el interior, por alguna razón me esperaba que fuera extremadamente moderno y costoso ya que debía recordar quién era Jeon Jungkook. Pero, era todo lo contrario, paredes de un marrón parecido al del pasillo pero algo más gastado, un suelo de baldosas con estampado de madera el cual estaba bien limpio a diferencia de lo que aparentaba la pared. Lo primero que encontrabas al entrar era un pequeño recibidor que contenía un zapatero de doa bandas prácticamente vacío, solo había un par de zapatos. Sobre aquel mueble había un cuadro que mostraba la parte del río de la capital, parecía hecho con acrílicos. Frente al recibidor había un salón abierto, practicante vacío, la ausencia de muebles destacaba las pocas veces que pasaba por aquel apartamento que decía ser suyo. Sólo había un par de sofás de un color crema, parecían realmente mulliditos, una televisión bastante grande sobre un mueble de dos cajones de un marrón roble realmente bonito. También había varios cuadros en las paredes mostrando diferentes zonas de la ciudad, todas pintadas con extremos detalles. A la derecha había una cocina abierta con el salón, esta parecía estar mucho más completa que el salón. Era de un marrón claro y la vitrocerámica era de un blanco limpio. Jimin se tiró al sofá mientras seguía observando con detalle el apartamento.

¡Yo también quería tirarme en aquel tentador sofá!

Seguí andando por el pasillo aún arrastrando mi maleta tras de mí. Quedaban cuatro habitaciones por lo que decidí ir de una en una ya que no ocuparía mucho tiempo. La primera estaba a la izquierda, al lado de un cuadro del lago. Al abrir me encontré con que aquella puerta necesitaba aceite, el irritante sonido de la puerta me había matado. El baño se mostraba limpio, el espejo no era de gran tamaño y tampoco había rastro de alguna toalla, pero sí de geles y material de aseo. Seguí hasta entrar en una de las habitaciones. La pared era azul intenso, no pintado hacía mucho, dos camas apartadas y empotradas contra la pared se encontraban acompañadas de un par de muebles más. Un gran armario y un enorme escritorio, nada más. Cuando decidí abrir la otra puerta escuché que tocaron la puerta. Jimin gritó diciendo que él iría a abrir y escuché las voces de Jungkook y Tae. Dentro de la puerta se hallaba, lo que parecía, un despacho repleto de muebles y carpetas; seguramente solo usaba aquel apartamento para encargarse de asuntos del reino. Abrí la última puerta escuchando a los demás andando por el pasillo en mi dirección. Al abrir me encontré con una habitación pintada de un verde claro con una cama matrimonial empotrada en un lateral de la habitación, en la pared de la izquierda al lado izquierdo de la ventana. Seguido había una cómoda de un estilo regional. La habitación solo tenía cinco muebles: la cama, la cómoda, un armario y un escritorio realmente pequeño. Además había un pequeño y redondo espejo en la pared.

-¿Te gusta?

En realidad combinaban los muebles como el culo, la pared verde y los muebles blancos quedaban terribles.

-En terrible, ¿A que sí?

Asentí mirando aquella habitación evitando reír.

-Pues te toca dormir aquí, conmigo.

Me di la vuelta encontrándome con Jungkook apoyado en el marco de la puerta mirándome con una sonrisa socarrona.

-¿Contigo?

-Jimin y Tae dormirán en esa-dijo señalando la de pared azul.

-Tú y yo en esta-dijo señalándola-y un soldado en el sofá mientras los demás dormirán en el apartamento B, el cual también está bajo mi nombre. Solo que estos pasaran el día por esta casa.

Me adentré en la habitación y dejé la maleta al lado de la cama.

-Sé que estás enfadada.

Su mirada mostraba preocupación y arrepentimiento, pero eso no cambiaba lo que me había dicho anteriormente.

-Deberías mandarme directa a mí Reino, ¿por qué me estás atando aquí?

-Por que eres mi prometida, mi valiosa prometida. Y no voy a permitir que tu padre te trate cual basura. Además, debo enseñarle a la idiota de mi madre que eres la mejor opción, ahora y siempre.

Me quedé asombrada viendo mi maleta.

—Rei, por favor...

—Me gritaste.

—Y lo siento, estaba agobiado. No puedo concentrarme si sé que estás enojada.

—¿Por qué?

—Porque me importas, mucho. No lo dudes.

Prince Jeon - JK Donde viven las historias. Descúbrelo ahora