Trente cinq.

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A SeokJin le gustaba leer. Y le gustaba aún más si las cosas que leía eran escritas por JungKook.

Por ello, cuando tuvo que cambiarse de hogar para vivir con el mayor, quitó de su pared todas las cartas que el azulado le había regalado.

Aunque, al momento de quitar las últimas, rompió las puntitas y una se partió por la mitad.

Quería llorar y desaparecer en ese momento.

Pero su salvación estaba más cerca de lo que creía. JiMin había ido a ayudarlo el día de la mudanza y NamJoon se había decidido a ir con él. Se habían vuelto muy cercanos en pocos días y al de cabellos grises le agradaba bastante la idea de tener a alguien con quien compartir pequeños momentos.

-Oh, SeokJinnie ¿Te ocurre algo?

JiMin, por supuesto, notó la carita de preocupación en el chico anaranjado. SeokJin sólo negó con la cabeza, pero al sentir las miradas de los dos jóvenes frente a él, sus mejillas tomaron un color rojo fuerte.

-Es sólo que rompí unas cartas muy importantes y no sé qué hacer.

-Yo puedo ayudarte o al menos podría intentarlo.

Era la primera vez que SeokJin escuchaba la profunda pero agradable voz de NamJoon.

El castaño puso entre sus manos color rosa las cartas rotas, y luego de unos segundos, las había reparado. Estaban incluso mejor que antes. El de cabellos caramelos se sintió tan agradecido que hiso crecer una rosa de color rojo, la cual descansó en el cabello de JiMin algún tiempo después.

Ahora, una de las cartas favoritas del chico de la euforia, se encontraba pegada en la pared de su nueva habitación, para que pudiera leerla casa vez que quisiera recordar cuanto amaba a JungKook.

"El cielo con tu ángel azul, llena de paz.
Tu, mi sol, ese dorado iluminan mis días.
El verde del césped trae tu esperanza.
El rojo de tu boca me pena con alegría."

Colours [KookJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora