Trente Neuf.

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Aquella primera vez que JungKook tuvo la oportunidad de admirar a Kim SeokJin en todo su esplendor, fue cuando una punzada de puro amor atravesó su corazón.

¿Y cómo no amar tan profunda y dolorosamente a ese joven?

Su piel brillaba cada vez que salía el Sol, porque él era una estrella más que pertenecía al cielo azul que era JungKook.

Cada vez que SeokJin creaba una nueva plantita en cualquier parte de la ciudad, sonreía de forma tan hermosa, que el chico azulado sentía que una margarita crecía en algún lugar del mundo sólo con esa sonrisa.

Y JungKook quería llegar a aprender a ser como él, a no limitarlo y crecer juntos.

JungKook sabía que estaba enamorado de SeokJin cuando lo veía y sentía que su corazón saldría de su pecho. Cuando tenía la oportunidad de observar su piel al descubierto cada mañana, de ese color anaranjado y su brillo.

Lo mejor, era que podía sentir el amor de SeokJin de igual forma en su corazón.

A SeokJin le gustaba observar a JungKook cuando estaba distraído y hacía cosas cotidianas en casa, cuando sus luces se volvían locas y se movían hacía todas partes cuando se avergonzaba, y ese tímido color azul marino que se asomaba rápidamente en sus mejillas cuando lo besaba.

Lo que más le gustaba a SeokJin, era que no tenía ojos para admirar un color más bonito que el de la piel suave de JungKook.

Todo en él era perfecto, desde su cabello celeste ligeramente despeinado hasta cuando se enojaba y  hacía que sus luces flotaran hasta golpearlo, causándole más risa que dolor.

Colours [KookJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora