ONZE.

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SeokJin no podía ir a trabajar, se sentía muy mal. Estaba decaído y débil, por lo que prefirió quedarse en casa.

Casi la totalidad de su cuerpo había tomado la tonalidad amarillenta que tanto le disgustaba, pero no podía hacer nada para remediar ello.

El día estaba soleado y bonito, por lo que sus pasos se dirigieron por costumbre hacía el jardín. En el camino, notó que las plantitas que rodeaban la ventana de JungKook se encontraban marchitas, muertas.

No supo como, pero terminó sentado junto a ellas, aunque por más que intentó, no logró revivir a ninguna flor.

La tarde se pasó rápidamente, y JungKook al llegar a su hogar, se encontró con el chico de cabellos caramelos dormido bajo la sombra de una enredadera llena de flores junto a su ventana.

La tarde se pasó rápidamente, y JungKook al llegar a su hogar, se encontró con el chico de cabellos caramelos dormido bajo la sombra de una enredadera llena de flores junto a su ventana

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JungKook siempre había olvidado cuidar de aquel pequeño jardín, creía que ya no tenía salvación, pero ahora estaba mucho más hermoso de lo que recordaba.

Aunque su admiración pronto se vio interrumpida por la observación que hizo sobre el joven.

Estaba mucho peor que antes.

Su color se estaba desvaneciendo cada vez más, JungKook nunca se había sentido tan culpable.

Se acercó, y acarició el cabello del otro tiernamente. Aunque se asustó un poco cuando el propio cabello de SeokJin quedó con las puntas de un brillante color celeste.

Y terminó con las mejillas de ese color azul oscuro tan vergonzoso cuando SeokJin abrió los ojos y susurró.

-Bievenido a casa, Hyung.

Colours [KookJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora