3

5.1K 910 214
                                    

Cuando volvió a abrir los ojos estaba siendo observado muy de cerca por unos ojos verdes que le daban la misma sensación de tranquilidad que el té de menta. Parpadeó confuso y luego recordó todo. Parecía muy dramático haberse desmayado de aquella manera, pero recibir toda una descarga de información con recuerdos nítidos bombardeando tu mente podían conseguir tal efecto . Pero en fin, ahora que todo estaba claro, se sentó recto sosteniéndose de la mesa para evitar caer al suelo y terminar haciendo más el ridículo.

- ¿Debemos llamar a emergencias?- preguntó una voz femenina.

- No, señorita. Él estará bien- dijo ojos verdes.

Corrección, Eros Valentine. El mismo hombre que lo acompañó mientras tenía un patético momento de borracho despechado.  El mismo hombre que le dijo que debía cambiar su vida y buscar su felicidad. El mismo hombre por el cual había tomado la iniciativa de renunciar a su trabajo hace un par de horas. Estaba un poco (muy) avergonzado de haber tenido dos encuentros tan reveladores con ese hombre y a la vez estaba muy sorprendido de habérselo encontrado dos veces en cuestión de días. Y sí, puede que en el fondo también estuviera un poco emocionado. Eros era muy guapo.

Del tipo, realmente guapo. Cabello negro, esos inusuales ojos verdes, un rostro atractivo y un cuerpo que a simple vista se notaba estaba muy bien formado. Era el tipo de hombre que fácilmente podías imaginar en un anuncio de Calvin Klein. Se le escapó un suspiro soñador y luego volvió a sonrojarse cuando Eros Valentine le sonrió de medio lado. Oh hombre, esa sonrisa era sólo otra cosa. ¿Acaso podía ser más perfecto?

-Debo suponer que me recuerdas- dijo sin volver a su asiento, como si temiera que volvería a desmayarse en cualquier momento.

- Sí- aceptó carraspeando. Al menos ya se sentía mejor. - Nos conocimos hace unos días en Cold Mountain . Uh, yo estaba ebrio.

- Correcto- Eros volvió a su lugar. Llevaba puesta una chaqueta de mezclilla en color azul claro, una camiseta negra por debajo y unos jeans igualmente negros. - Es bueno verte sobrio, Matthew.

- No suelo beber muy a menudo- se apresuró a decir. No quería que tuviera una mala impresión de él. - Ese día fue, fue...

- Un día difícil. Lo comprendo y no te estoy juzgando de ningún modo. Además a diferencia de muchos, eres un borracho agradable.

- Supongo que eso es bueno- susurró alcanzando su té. Le dio un sorbo y se relajó un poco más. - Es curioso que volvieramos a encontrarnos aquí.

- Lo sé.

Eros ladeó el rostro como si estuviera tratando descubrir todos sus secretos y Matt no solía ser muy abierto, pero estaba seguro de que no le molestaría decirle todos y cada uno de ellos. Tampoco es que tuviera demasiados y de cualquier forma, ya le había dicho cuan miserable era su vida ¿no?

- Así que...¿trabajas aquí? Osea me refiero a la ciudad no a la cafetería, es obvio que no trabajas en la cafetería porque de lo contrario estarías usando el uniforme, pero no lo haces así que...sí ya, mejor me callo.

Eros se rió, una risa totalmente sexy. Y puede que Matt se derritiera un poco en su asiento. 

- Digamos que por ahora estoy trabajando en esta ciudad, pero varía mucho. Suelo viajar a menudo.

- Ya veo ¿y a qué te dedicas?- la expresión relajada de Eros se tornó cautelosa.

- Estoy en el negocio del amor.

<<¿Qué?>> se preguntó ¿El negocio del amor? Entonces lo comprendió. Tal vez esa era la forma en la que Eros se refería a...¿los servicios de acompañantes? Había escuchado que había servicios exclusivos que solían ser bastante costosos. O puede que estuviera imaginando cosas que no eran  y debió reflejar sus pensamientos porque Eros soltó una carcajada.

El Turno de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora