Extra Nick y Norién 1

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Portland, Oregon. Primavera de 198?...

Norién  no entendía porque su jefe estaba llevándolo a aquella ciudad cuando deberían estar coordinando el  plan de acción para los próximos meses. Era su primer año en aquel trabajo y no quería meter la pata a la primera oportunidad, sin mencionar que era un infierno de organizado, algo por lo que los demás elfos se burlaban de él. Pero como su trabajo era hacer todo lo que Santa le pedía, no le quedó más que seguirlo mientras caminaban por las calles de un pequeño poblado a las afueras de Portland.

El hombre a su lado no era demasiado alto, un poco rechoncho, de una manera que lo hacía ver amable, confiable y agradable. Además de que su espesa barba gris a juego con su cabello lo hacían ser totalmente adecuado para el puesto de Santa Claus. Su nombre era Bernie christmas, apellido que todos aquellos a quienes les era entregado el puesto, debían portar.

Bernie y su esposa Gertrudle llevaban siendo los embajadores de la Navidad desde hacía décadas. Si Norién no recordaba mal, Bernie era Santa Claus desde 1850 o algo así. Era uno de los que más había durado en el puesto, más de cien años. Era un honor haber sido elegido como su mano derecha, porque sí, Norién era el elfo navideño en jefe, quien ayudaba a que Santa Claus y su esposa lograran sacar la Navidad adelante... al menos aquel sería su primer año contando con tremenda responsabilidad.

Bernie era muy amable y bondadoso, pero también muy enigmático y por lo tanto no había querido decirle que es lo que hacían en aquella ciudad. 

-Es un bonito lugar ¿no lo crees?- preguntó el hombre mayor a su lado.

- Por supuesto- y lo era. Parecía un poblado tranquilo, el tipo de lugar en donde todos los vecinos se llevaban bien. Además el clima era fresco y el vientecillo era agradable. Aunque Norién prefería los climas más bien fríos, claro que eso se debía a que llevaba viviendo en el Polo Norte desde que era un bebé. Por lo tanto el invierno era su estación favorita del año. -¿Pero qué hacemos aquí?

-Paciencia mi joven ayudante- Bernie dejó caer una mano sobre su cabello y lo revolvió un poco. - Llegaremos pronto.

Y en efecto, pronto entraron a una zona en donde el bosque aun parecía ocupar mucho espacio y las casas se volvían cada vez más espaciadas. Caminaron por otros buenos diez minutos antes de llegar a una propiedad en especifico. Esta estaba bordeada por una cerca que parecía haber visto mejores días. Los postes de madera estaba un poco podridos y el alambre oxidado e incluso partido en algunos tramos. Más adentro del terreno podía verse una casa que también lucía un poco descuidada, con la pintura blanca descascarada en los bordes. Bernie cruzó la puerta abierta de la cerca sin ningún problema.

Ellos no eran humanos por supuesto, podría  considerarse seres mágicos, por lo tanto su presencia no era percibida por los humanos a menos que lo quisieran y tambié  podían trasladarse de un lugar a otro en un parpadeo. Lo que le llevó a preguntarse por qué Bernie los hizo caminar tanto. Norién era muy organizado y sabía seguir las reglas, pero no era muy paciente, por lo tanto en aquel momento lo único que quería era volver al Polo Norte y continuar con el trabajo en lugar de estar dando un paseo.

La casa parecía silenciosa mientras la rodeaban sin embargo a medida que llegaban a la parte trasera se pudo escuchar un golpeteo leve el cual venía de un cobertizo mediano. Bernie sonrió y le indicó con la cabeza que debían acercarse, así que Norién le hizo caso.  Mientras caminaba hizo una mueca porque la hierba estaba un poco alta, como si se hubieran olvidado de podarla por un largo tiempo. No era bonito.

Bernie se asomó por la puerta abierta del cobertizo y luego le hizo una seña con la mano para indicarle que se diera prisa. Cuando por fin alcanzó la puerta, el elfo frunció el ceño porque adentro solo estaba un hombre, quien les daba la espalda y trabajaba delicadamente con un pedazo de madera que estaba sobre la mesa. El tipo era grande, hombros anchos y espalda fuerte. Lucía como un enorme leñador.

El Turno de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora