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Los meses fueron pasando con suma velocidad y para cuando se dio cuenta junio ya iba  a mitad de camino. Era un poco desconcertante ver como el tiempo pasaba volando de esa manera. Ahora bien, había algo que le emocionaba y eso era que si bien el tiempo había pasado, no fue en vano, al menos no del todo. Matt había terminado su libro, por fin. Casi 600 páginas de las cuales se sentía sumamente orgulloso.

Y justamente aquel día tenía una cita en una pequeña editorial que apoyaba autores desconocidos que buscaban hacerse un lugar en el mundo literario. En realidad había sido una coincidencia que un día mientras pasaba el rato en su sofá, con el teléfono en mano, se topara con la convocatoria para un concurso de escritura. Consistía en enviar una historia, el género era libre y Matt eligió la fantasía porque sentía que ese era su fuerte; sinceramente no esperaba ser seleccionado. Pero lo fue. Por eso estaba presentándose en la sede de aquella editorial en una edificio de oficinas para tener una conversación con la que podría convertirse en su editora, eso si le gustaba la historia que pensaba presentarle aquel día.

Estaba nervioso, eso no iba a negarlo. Pero también estaba condenadamente emocionado. Tenía un buen presentimiento sobre toda la situación. Así que estaba permitiéndose emocionarse y esperar lo mejor. Si el universo estaba dispuesto a darle una oportunidad, saldría de ahí con un contrato.

Subió hasta el piso número veinte de aquel edificio, que era donde se encontraba La editorial Prisma. Al llegar a la recepción, la chica tras el escritorio le indicó que podía esperar en una pequeña habitación hasta que Julia Renfield pudiera recibirlo. Tomó asiento en una pequeña silla acolchada. Su plan era esperar en silencio hasta que fuera llamado, pero entonces su teléfono vibró.

Hizo una mueca al ver la pantalla. Era una notificación proveniente de la última app de citas que había descargado. Había probado varias como Grindr por ejemplo, más no había tenido buenas experiencias y al final terminaba por desinstalarlas. Matt quería conocer a alguien con quien tener algo serio, pero parecía que eso no era posible. Lo único que había obtenido hasta ahora era un sinfín de invitaciones para un encuentro caliente y expres. Quería más que sexo. Quería algo real, punto.

Aun así abrió la notificación y se topó con el perfil de un chico que parecía agradable. Su foto era decente, en ella podía vérsele sentado en lo que parecía ser el porche de una casa. Era castaño, ojos oscuros y una sonrisa escueta pero linda. Su nombre era Alfred Fisher y según sus hobbies, amaba leer y salir a caminar.  Oh, eso sonaba agradable. Y Alfred Fisher había encontrado lo suficientemente interesante a Matt como para enviarle un menaje privado.

Alfred: ¿Te apetece tomar algo y conocernos un poco?

Siempre había creido que las apps de citas tenía su lado peligroso, porque aceptabas encontrarte con extraños en busca de conectar. Las cosas podían salir muy mal y ser hasta peligrosas. Pero entonces... también podían salir bien y nunca lo sabrías a menos que te arriesgaras ¿no?

Correcto.

Matt: Seguro. Conozco un lugar en el centro.

Alfred: Perfecto. Enviame la ubicación y quizá podamos vernos...¿hoy a las ocho?

Matt: Eso seria genial.

Bien, al parecer tenía una cita. Quizá esa era la oportunidad que había estado esperando. La oportunidad de por fin olvidarse de unos ojos verdes como el té de menta que no dejaban su mente.

- Señor Lowell, la señorita Renfield lo espera.

Se puso de pie y siguió a la secretaria. Aun seguía teniendo un buen presentimiento.

El Turno de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora