-¡Escucha!... no daré mi brazo a torcer... nunca lo hice, y... está vez no será una excepción... ¡Eres mi prometida y no dejaré que te vayas sin antes...!- -¿Antes que?... Ranma si vas a decir algo... ¡dilo ya!...- Exijo con lágrimas en sus ojos. -Tienes razón... fui un cobarde y orgulloso y no debí hablarte así... lo lamento...- respondió él muy avergonzado, su rubor era muy evidente. Su cuerpo quería huir, pero su corazón y sus pensamientos no lo dejarían, tenía que evitar a toda costa que ella se fuera sin respuesta. -¿Eso era todo?...- dijo ella pensando que tal vez en esta ocasión si era su culpa. Ya no quería vivir ocultando lo que sentía, talvez si hablaba se sentirá mejor. -Ranma, quiero decirte algo... y la verdad... tengo algo de miedo.- -Dejame primero a mi... por favor...- Trago algo de saliva por su nerviosismo. Ambos se vieron a los ojos, en su mente solo corría un deseo: confesar con todas sus fuerzas aquello que los atormentaba día y noche, ese sentimiento que desde sus corazones los atraía el uno al otro. Deseaban compartir todo lo que sus dilatados ojos habían dicho ya con sus miradas...
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